El rostros de Cristo (Ulrich Leive)
Señor apenas reconocible. Señor al que no queremos reconocer. En tu rostro desfigurado se vierte como aceite hirviendo nuestro pecado. Tu amor ha abrazado de tal modo a los olvidados que tu rostro es ahora uno con ellos, mostrando así tu propio ser de amor sin límites. Gritas con tu rostro silencioso, silenciado, pidiendo solo el amor que tu das. Desfigurado loco que araviesa nuestras vidas hasta que aprendamos a mirar.
Comentarios
Publicar un comentario