¿Volver a lo normal? 5
Normal es saber que somos imperfectos. Normal y extraño a la vez, pues continuamente nos
revelamos contra la realidad del mundo y contra nuestro mismo ser cuando manifiesta
esta dimensión en lo concreto. Podríamos llamar imperfección a nuestra
incapacidad de permanecer concentrados en lo que queremos por un tiempo definido
a voluntad, sea esto un pensamiento, una actividad, un sentimiento. La razón es
que forma no controlada ni dominable otra realidad irrumpe con poder sobre
nosotros descentrándonos y haciendo que perdamos el hilo, el pulso, la
intención, la voluntad, el ánimo, la delicadeza, la finura, la destreza… por
más que no queramos, y haciendo que la vida se nos escape hacia donde no
querríamos.
La imperfección es la
incapacidad para dominar toda la realidad de lo que habitamos con nuestros
pensamientos, sentimientos y acciones. La falta de dominio sobre el tiempo y
sobre el espacio, sobre las reacciones biofísicas de nuestro cuerpo y sobre la irrupción
de la vida que nos rodea, sobre el fondo total de los pensamientos y
sentimientos que vamos estructurando al interpretar el mundo y la infinitud del
mundo siempre inabarcable para nuestras pequeñas vida.
Esto hace que, por
más que queramos que las cosas se ajusten a lo que creemos que es bueno, justo,
apropiado o incluso necesario, muchas veces no llega a realizarse. Si no es por
una cosa es por otra, como diría la sabiduría popular.
Esta imperfección va
más allá de la dejadez que hace que las cosas no sean lo buenas y armónicas que
podrían ser, y es más profunda que la voluntad de muerte y destrucción que habita
en nuestro corazón,
aunque esto ahonda nuestra imperfección.
Saber que somos
imperfectos significa reconciliarnos con esta situación reconociendo que muchas
realidades que nos gustaría que se desarrollaran de una forma concreta no lo
van a hacer, y esto sin que haya un culpable concreto. La búsqueda continua de
culpables, la acusación continua sobre los demás cuando no están a la altura de
lo que esperaríamos, el resentimiento contra la realidad porque no somos ni lo
que ni cómo desearíamos ser nos son sino expresiones de nuestro deseo insensato
de perfección.
Es verdad que muchas
cosas no alcanzan el nivel de ser que podrían por nuestra falta de compromiso
con la realidad, sin embargo otras muchas solo son expresión de nuestra pobreza
humana, que por otra parte es el lugar para encontrarnos, acogernos y sostenernos
con verdadero amor y no solo de forma interesada. Difícil tarea la de ser normales, la de aceptar
que muchas cosas no llegarán a ser o saldrán mal a pesar de todo: en la salud,
en las relaciones, en nuestros trabajos… en lo que los otros son y hacen para
nosotros y en lo que nosotros somos y hacemos para los demás.
De esta manera la
imperfección es el lugar para aprender la humildad y la paciencia que
requiere el verdadero amor a todos los seres.
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