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Mostrando entradas de octubre, 2020

REFLEXIONES PARA EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS (Apoc 7,2-4.9-14; 1Jn 3,1-3)

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  La primera carta de san Juan que leemos este domingo afirma que el mundo no nos conoce en cuanto hijos de Dios. Esto podría ser utilizado como acusación contra un mundo impío y degradado, pero también como una pregunta por nosotros mismos. No esa que siempre nos viene a la cabeza y que es otra acusación (siempre la acusación), esta vez contra nosotros mismos: Si no nos conoce es que no estamos a la altura, que necesitamos  comprometernos  más.   Hoy propongo que dejemos las acusaciones de lado y nos preguntemos: ¿Nos conocemos a nosotros mismos como hi jos de Dios?   El camino del evangelio no es solo ni principalmente un camino para avanzar en la virtud. Esto ya lo encontramos en el Antiguo Testamento donde Dios nos ofrece los mandamientos. El camino del evangelio es un camino de admiración por el movimiento de Dios que va marcando a todos con el sello de su amor, también y especialmente a los que estaban excluidos del grupo ‘selecto’ de los escogidos. Al final del evangelio los m

Reflexiones sobre el evangelio del domingo XXX (Ex 22, 20-26; Mt 22, 34-40)

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Tanto la lectura del éxodo como el evangelio de hoy nos invitan a escuchar el núcleo de la ley de Dios: el amor al prójimo. Esta es, a la vez, la ley de Dios y la ley de la vida, ya que sin ella el mundo se convierte en una estepa de soledad, dolor y desesperanza. Como algunos están subrayando hoy en día, la palabra amor debe traducirse, para que no se pierda en los entresijos tramposos de nuestro sentimentalismo, por cuidado de los otros, en especial cuando están en situaciones de pobreza, fracaso, debilidad o desesperación. Este cuidado nos hace imágenes del mismo ser de Dios y tiene como actitud central, como subraya el texto del libro del éxodo, la atención. Esta palabra indica a la vez escucha y cuidado, y esto es importante porque demasiadas veces el amor se interrumpe antes de nacer, pues si vivimos una vida centrada en nosotros mismos y en nuestro bienestar dejamos fuera de nuestro espacio acústico y visual, de resonancia en nuestro corazón, a los que necesitan los cuidados.

Reflexiones sobre el evangelio del domingo XXIX (Is 45,1.4-6; Mt 22,15-21)

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  Nunca han sido buenos tiempos para la relación entre los políticos y el pueblo, demasiada prepotencia en el poder, demasiadas expectativas en el pueblo; demasiados intereses ocultos en ambas partes; demasiadas pretensiones que armonizar. Y, sin embargo, nunca hubo una sociedad sin política, nada se construyó sin que algunos poseyeran las riendas y organizaran el espacio de todos. Ningún gran proyecto bueno se hizo sin política, aunque estos también esconden esas ambigüedades y pecados que parecemos no saber evitar los humanos en el movimiento de nuestras vidas. Por eso la política será siempre necesaria y a la vez será siempre relativa. Por eso será siempre necesario ser ciudadanos leales con los poderes políticos y a la vez críticos con sus decisiones y acciones. Aunque también será siempre necesario ser críticos con nuestra propia crítica, que demasiadas veces está teñida de ideologías, que nos hacen ver el mal en unos y no en otros, e infectada de intereses, que no nos dejan ape

Reflexiones sobre el evangelio del domingo XXVIII (Is 25,6-10a; Mt 22,1-14)

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  En el evangelio de hoy se proclama una invitación de Dios, como dice la lectura de Isaías, para todos los pueblos. La invitación a una mesa común donde Dios repartirá los bienes que fue preparando para las bodas de su hijo con la humanidad. Hay que pensar a lo grande, en exceso, pues se está hablando de la pretensión de Dios de compartir su vida con la humanidad a través de las bodas de su Hijo con ella. Este encuentro se ha ido preparando a lo largo de los siglos en miles de dones repartidos que lo han ido anunciando, como cuando te dan los primeros poemas de un libro para que vayas haciendo boca y te decidas a compararlo porque quieres más de lo gustado. Así ha sido, y por eso los invitados a la boda, nosotros, tenemos nuestros propios bienes. Bienes recibidos, incluso si ha sido con nuestro esfuerzo, del mismo que nos invita ahora a disfrutarlos en una mesa común junto a la vida de su Hijo. Dios ha creado el mundo para hacer de él un espacio donde podamos encontrarnos y brinda

Aprovechar la vida

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  "Me dije: Prueba la alegría  y busca el placer,  pero resulta que también esto es vanidad"   (Eclo 2,1) Escuchaba decir a un comentarista del corazón hablando de una madre de mediana edad, divorciada y con dos hijos, que “había querido recuperar la vida”. Con ello entendía él volver a salir de fiesta, a tener una relación con un chaval de veintipico…. ¡Qué lejos de la visión cristiana de las cosas! No porque al cristiano le esté vedado el gozo, la alegría que produce la fiesta en sus diversas formas, sino porque el Señor nos ha enseñado que la vida plena es la que abraza todo lo que somos en todos sus momentos y vive en cada uno de ellos de un amor que le hace dar fruto. Es el amor el que hace que Jesús extienda la alegría de Caná cuando ya parecía agotarse, y es el amor el que le lleva a resistir en Getsemaní cuando parece agotado del todo, envuelto en una tristeza y dolor máximos. He aquí una vida aprovechada hasta el final. Aprovechar la vida no es, entonces, correr

Reflexiones para el domingo XXVII (Is 5, 1-7; Mt 21, 33-43)

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  Así como en otros tiempos los textos de la Escritura en los que se hablaba de la violencia de Dios se aceptaban con naturalidad utilizándolos como coartada para justificar la violencia de los cristianos contra sus enemigos, en estos momentos nuestra cultura se escandaliza de los mismos y acusa a la Escritura de ser un texto sangriento que es mejor dejar de lado. De esta manera dos caminos que parecen opuestos sirven al que los recorre para lo mismo, ya que el que juzga para absolver o el que lo hace para condenar se cree justo, sin connivencias con el mal o la violencia. Sin embargo, la Escritura es toda ella palabra con la que Dios nos guía, nos advierte, nos enfrenta a la verdad oculta de nuestra vida: la que nos condena y la que nos puede salvar. La cuestión es saber leer, dejarse conducir por el Espíritu del mismo Jesús que nos dejó para que llegásemos a la verdad completa. En el texto de Isaías de este domingo, así como en el de Mateo, se presenta a un Dios que gratuitamente