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Mostrando entradas de junio, 2020

Fragmento apócrifo de la creación (2)

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Al terminar la obra de la creación oyó Dios el trino de los pájaros y el susurro de los ríos. Se acercó y olió el perfume de las flores y el frescor de la tierra recién empapada por la lluvia, incluso saboreó alguno de los frutos que ofrecía. Cuando comenzó a pasear por el mundo se detuvo a acariciar el césped y a jugar con la arena de la playa… y no pudo por menos de entregarse y abrazar el barro hasta hacerlo semejante a sí, queriendo compartir el amor con que había dado a luz esta creación que era hermosa de verdad. Así nacieron los seres humanos y a ellos les entregó su obra. Y vio Dios que todo estaba bien, que todo era bueno, y al reposar su amor en la creación todo se vistió de belleza y esplendor. Entonces Adán y Eva, y con ellos toda la humanidad, se desperezaron y extendieron su mirada sobre el mundo. Comenzaron a oír y a oler, a saborear y a tocar… con la alegría de encontrar un regalo a cada paso. Vieron que el mundo era bueno, y al levantar al cielo su mirada y o

¿Volver a lo normal? 5

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Normal es saber que somos imperfectos. Normal y extraño a la vez, pues continuamente nos revelamos contra la realidad del mundo y contra nuestro mismo ser cuando manifiesta esta dimensión en lo concreto. Podríamos llamar imperfección a nuestra incapacidad de permanecer concentrados en lo que queremos por un tiempo definido a voluntad, sea esto un pensamiento, una actividad, un sentimiento. La razón es que forma no controlada ni dominable otra realidad irrumpe con poder sobre nosotros descentrándonos y haciendo que perdamos el hilo, el pulso, la intención, la voluntad, el ánimo, la delicadeza, la finura, la destreza… por más que no queramos, y haciendo que la vida se nos escape hacia donde no querríamos. La imperfección es la incapacidad para dominar toda la realidad de lo que habitamos con nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. La falta de dominio sobre el tiempo y sobre el espacio, sobre las reacciones biofísicas de nuestro cuerpo y sobre la irrupción de la vida que n

La música callada. Cuento

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Había oído un susurro cuando niño. Intermitente, interpelante. Un susurro nocturno en forma de melodía entrecortada que no terminaba de formar una canción, pero cuyos compases pegadizos no había podido quitárselos nunca del corazón. De cuando en cuando notaba que la melodía estaba en su boca, incluso sin convocarla, añadiendo de continuo matices y voces nuevas sobre el mismo canto firme. Caminaba entre los gritos de las conversaciones que subían el volumen cuando oían el suave silbo de sus labios. Caminaba entre los motores hiperacelerados de los coches que proferían improperios con sus bocinas cuando el joven interrumpía sus carreras con el ritmo sereno de su melodía en los pies. Caminaba atravesando la música de mensajes cifrados que se imponía socialmente tarareando su propia identidad con las notas respetuosas del canto recibido. Caminaba atravesando los aullidos con que el silencio indiferente tantas veces golpeaba la música de su corazón hasta casi agotarla. No sabía por

¿Volver a lo normal? 4

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 Normal es ver lo que hay a nuestro alrededor. Sin embargo no es lo habitual. “No vemos las cosas como son, sino como somos”, decía Anaïs Nin. En un sentido esto da a la realidad una tonalidad propia, personal, que posibilita que podamos compartirla sin que el diálogo sobre cualquier cosa sea un juego de espejos repetitivo y, por tanto, aburrido. La mirada propia no deja a la realidad ser simplemente ante nosotros, sino que la hace ser en diálogo con nuestra vida. Y esto puede ensancharla, hacerla más grande de lo que parecía ser. Basta pensar en lo que supuso la irrupción de los pintores expresionistas e impresionistas. Basta pensar en la catedral de Rouen pintada en varios momentos por Monet o en el retrato del papa Inocencio X pintado por Velázquez y 300 años después por Francis Bacon. La realidad se dice en nosotros de múltiples formas, en un juego sin fin de expresiones imposibles de fijar sin momificarlas. Y sin embargo, esta riqueza expresiva de la realidad al contacto co

¿Volver a lo normal? 3

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Normal es estar donde estamos . Parece una perogrullada, pero no lo es. Demasiadas veces vivimos en el futuro deseando lo que no tenemos, o sufriendo por lo que podemos perder en él, de forma que no alcanzamos a vivir plenamente lo que sucede en cada momento. Demasiadas veces vivimos de lo que no pudimos ser o de lo que la vida nos robó con sus golpes, dejando escapar las posibilidades que nos ofrece el aquí y ahora que somos. Demasiadas veces estamos realizando una labor con el teléfono en la mano como si necesitáramos que nos contaran algo que está pasando en otro sitio pues parecería no ser suficiente lo que podemos vivir en el espacio y en la tarea en la que estamos inmersos. En este sentido, hemos de aprender a desenredar el presente de las zarzas del futuro, del pasado y de lo distinto de cada momento (sea el futuro inmediato del fin de semana o el pasado cercano de una mala contestación sufrida, o lo distinto sea mi querido grupo de wasaps). Cada día tiene su afán, cad

Corpus Christi. El niño caprichoso

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Llevaba dos semanas dando vueltas a un sueño que no le dejaba dormir tranquilo y que no sabía cómo interpretar. Veía una gran habitación y en ella a un niño rodeado de todos los juguetes que uno se pudiera imaginar y con la estantería repleta de libros infantiles y las cajas de los videojuegos del momento. Sin embargo, no hacía más que dar vueltas como un pájaro que se ha colado en un cuarto y no encuentra la salida que necesita. Cada poco iba hasta la pierna de su madre a decirle: «mama, me aburro»; y escuchaba siempre la respuesta que él mismo había oído a tantos padres: «No ves que estoy trabajando, no ves que estoy hablando con una persona mayor… vete a jugar a tu habitación». Cada noche volvía el niño a visitarle. Una de las últimas veces lo había visto paseando de la mano de sus padres muy arreglado: el pantalón y la camisa Levis Kids , una cazadora Tizzas y unos náuticos Camper . De vez en cuando el niño tiraba del brazo de su padre intentando escaparse de su mano e ir a

Domingo de la Trinidad. Jornada pro orantibus

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Estamos tan divididos y distantes entre nosotros que apenas podemos imaginar que la diferencia pueda reconciliarse con la unidad. Tenemos tanto miedo a perder nuestra identidad y nuestra libertad que el otro apenas si deja de ser una compañía amenazante, incluso cuando es alguien cercano y querido. Estamos tan fracturados y fragmentados interiormente que ni siquiera nosotros mismos podemos decir que somos uno, perdidos como estamos entre una multitud de afectos, deseos, impulsos que nos habitan y no terminan de armonizarse. Y sin embargo seguimos diciendo yo y diciendo nosotros , y haciéndolo a la vez, como si no pudiéramos perder esta identidad personal y plural que nos habita herida y anhelante. ¿Cuándo podremos decir yo sin contradicciones?, ¿cuándo podremos decir nosotros sin enfrentamientos?, ¿cuándo nos reconciliaremos con todas nuestras tendencias silvestres que no sabemos amaestrar?, ¿cuándo nos daremos cuenta de que estamos creados para ser nosotros mismos al tiempo

Tiempo ordinario. Cuento de nunca acabar

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Nunca coincidían, nunca, salvo en fugaces encuentros luminosos que se producían insospechadamente. Podía ser al cruzar un puente, el mismo puente de todas las mañanas, viendo los patos que otros días, estando allí, no coincidían en ese instante donde todo estaba colocado en su sitio y el tiempo era una eternidad, un segundo donde la realidad se desnudaba sin miedo y se entregaba, aunque al instante ya nada ni nadie estaba allí, porque todo había vuelto a su propio y esquivo lugar. A veces se adelantaba el tiempo de una palabra deshaciendo la conversación, otras llegaba con retraso, ya en el camino de vuelta a casa, cuando no había posibilidad de que sirviera para algo. Por momentos el tiempo aceleraba una exigencia para la que el otro no estaba preparado o se despreocupaba y olvidaba exigir la tensión necesaria para que la vida diera de sí. Y después estaban los cuerpos llenos de vigor cuando no habían alcanzado la sabiduría, y llenos de sabiduría cuando ya se habían tomado las