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Mostrando entradas de abril, 2023

LOS TRABAJOS DE LA VOCACIÓN

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En una conferencia sobre su historia de escritora, Susanna Tamaro afirmaba: “Por ser un don tan especial (el de la escritura) es necesario cuidarlo como si fuera una criatura frágil e indefensa. El mundo está lleno de talentos que mueren asesinados por sus mismos propietarios. Los mata la arrogancia, la presunción, el deseo de aprobación y de éxito […] Hay que escribir […] por una verdadera, absoluta e irrenunciable exigencia interior. Debemos ser simples y de la simplicidad hacer nacer la profundidad y viceversa. Probablemente si yo hubiera empezado a componer frases admirables desde la más tierna edad, […] si hubiera sido reconocida y aclamada muy pronto, no diría estas cosas. He tenido que hacer un largo aprendizaje”. Releo estas palabras y me parece que pueden emplearse para cualquier vocación personal, que las más de las veces no aparece si no es en un compromiso fiel con el esfuerzo, la sencillez, la profundidad y la libertad frente al mundo. “Humildad y paciencia -dice Tamar

DOMINGO IV DE PASCUA. CICLO A (Hch 2, 14a.36-41; Sal 22, 1-5; 1Pe 2, 20-25; Jn 10, 1-10)

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“Las ovejas atienden su voz”, dice el evangelio refiriéndose a la voz del pastor verdadero, de Cristo. Pero parece, más bien, que nuestro corazón tiene querencia a dejarse engañar por pastores falsos, de los que se afirma que no seguiríamos porque no conocemos la voz de los extraños. ¿Es así? ¿No ha sucedido, desgraciadamente, que la voz de los extraños se nos ha hecho muy familiar? ¿No es verdad que la voz de los extraños se sobrepone y se mezcla demasiadas veces con la voz de Cristo en la Igles ia y en nuestro corazón? “A un extraño no lo seguirían”, se nos dice. ¿Qué ha pasado entonces para que sigamos formas y maneras que no son las de Cristo? ¿Habremos perdido algo de la sensibilidad que el Señor puso con afecto y paciencia en nosotros? ¿O, más bien, no la hemos terminado de adquirir, porque no queremos confiar en él como el verdadero pastor de la vida? Lo que nos salva es adquirir esta sensibilidad para reconocerlo y seguirlo, para percibir hasta qué punto toda otra forma de vi

ESPERAR CONTRA TODA ESPERANZA

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El cuaderno de Bento   es una ficción literaria de John Berger en la que se reescribe un cuaderno desaparecido de reflexiones y dibujos del filósofo Baruc Spinoza.  En él, Berger reflexiona y dibuja la vida, remitiéndose por momentos a la obra de este autor. En un momento dice: “Un sentido de pertenencia a lo que ha sido y a lo que ha de venir es lo que diferencia al hombre de los animales. No obstante, enfrentarse a la Historia significa enfrentarse a lo trágico. Por eso, tantos prefieren mirar para otro lado. Para decidir comprometerse con la Historia, aunque la decisión sea una decisión desesperada, hace falta fe. Un arete de esperanza”. Y es que, para no atascar la vida en el ahora intentando exprimir ensimismadamente el presente a costa de lo que sea, necesitamos creer que lo que hemos recibido y lo que hacemos para ensancharlo servirá para algo. Aceptar el lado trágico de la vida, su dimensión sacrificial, requiere un cierto sentido de futuro. Es por esto por lo que san Pablo p

DOMINGO III DE PASCUA. CICLO A (Hch 2, 14.22-33; Sal 15, 1-2.5.7.8.9-10-11; 1Pe 1,17-21; Lc 24,13-35)

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Para resucitar primero hay que morir. Resucitar significa alcanzar un nuevo nivel de vida que no depende ya de nosotros mismos, sino de una presencia de Dios que se esparce por todo nuestro ser llevándolo todo a una plenitud saboreada, intuida, pero insospechada. En este proceso de morir y resucitar, las experiencias de pérdidas tienen un lugar central porque nos hacen saber que somos mortales, que nunca somos dueños del todo de nuestra propia vida. Aceptar esto con humildad y confianza en el Señor (incluso en medio del dolor) es el primer paso para entrar en el camino de la resurrección. En el evangelio de hoy vemos este camino en los discípulos de Emaús. Ellos van aprendiendo a morir para despertar a la vida verdadera, aprendiendo a ver en Dios mismo la única promesa de vida que se sostiene, y esto de la mano de Cristo muerto y lleno de vida.   Ellos nos enseñan que uno de los primeros pasos de este aprender a morir es reconocer que nuestras decepciones tienen mucho que ver con una
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En uno de los relatos del libro  En otro país  de David Constantine, Jay y Daniel se reencuentran en el funeral de su antiguo profesor.  Daniel recordando las veladas en su habitación le dice: “Era la fuerza creciente del pentecostés del aprendizaje insuflado en mí, en cuerpo y alma. Las cosas que me enseñó entonces me permitieron comprender y seguir comprendiendo y comprender aún más y más en otros lugares y a lo largo de los años cuando él ya no estaba para enseñarme. […] las preguntas que me planteaba, su manera inteligente de inducirme a contestar, cómo me impulsaba a preguntar y a contestar mejor, y sus propias preguntas y respuestas que jamás me daban tregua. Y la botella de vino que compraba, rechoncha, en su cesta de paja, el queso, el pan, las aceitunas, las uvas negras…” He aquí el verdadero corazón de la enseñanza y también, seguramente, de la evangelización: la posesión de un espíritu inquieto que solo descansa para volver a emprender la aventura a la que le llama lo que ha

DOMINGO II DE PASCUA. CICLO A (Hch 2, 42-47; Sal 117, 2-4.13-15.22-24; 1Pe 1, 3-9; Jn 20, 19-31)

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El prólogo del evangelio de Juan sitúa al lector en un marco claustrofóbico: la Palabra de vida de Dios viene a los suyos que están encerrados en las tinieblas. Ahora, al final del evangelio esas tinieblas han mostrado su rostro: el odio a la luz que se ha concretado en el asesinato de Jesús y el miedo consecuente de los que, a pesar de anhelar la luz, no tienen fuerza para sostenerla en medio de las tinieblas. Ahí están los discípulos, encerrados cuando viene Jesús resucitado a ellos, a los suyos, de nuevo; y ahí estamos nosotros, atrapados entre el pecado del mundo y el miedo a una vida nueva. A pesar de todo y sobreabundando sobre el miedo por la vitalidad que Cristo resucitado comparte, alcanzan a recibir de él una paz que no es tranquilidad, sino la confianza en el riesgo del amor. Ya lo había anunciado el prólogo al principio: “a los que le recibieron les dio el poder de ser hijos de Dios”, de ese Dios del que nada puede separar a sus hijos (ni la muerte ni el odio) porque están

Apócrifo (pascual) de la 'Vida de María, la de Magdala'

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Le gustaba andar en soledad, sobre todo en esa soledad donde él estaba siempre cerca, aunque anduviera a lo suyo, ocupándose de los demás. Le gustaba hasta el punto de sentir que esa soledad era su vida. Pero ahora, sentada en el suelo frente a la entrada clausurada de la tumba, no sabía qué pensar. Tenía el recuerdo vivo de aquella pregunta que un día él le dirigió: ¿Tú crees? Pero ahora no sabía qué creer, ni siquiera sabía si esa pregunta seguía viva en su interior o había muerto con él, y solo era un eco espasmódico de la vida que ya no estaba.   Había llegado antes del amanecer y, ahora, la luminosidad de la mañana, que quería ocuparlo todo, luchaba con la oscuridad de la tumba que se había hecho densa en su interior; el recuerdo del sudor agónico del rostro herido de su amado competía con el brillo del rocío que todo lo adornaba; aquella soledad envuelta en gritos que no había podido acompañar rivalizaba con esta otra consolada por el trino de los pájaros que des

DEDICATORIA

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  Hay libros que valen por la dedicatoria que les acompaña. Porque esta dedicatoria hace memoria de una amistad que se comparte a través del libro regalado. En uno de los libros de mi estantería encuentro esta dedicatoria de una amiga: “Algo diferente para que leas este verano. No es el tipo de libro que yo te regalaría, no es el tipo de libro que tú leerías, pero… ¿Quién sabe?... Ya me contarás”. De esta manera, ese libro se convirtió durante algunos días en un tiempo de amistad compartida en la distancia; en una aventura en la que se me invitaba a entrar en un espacio desconocido para mí y grato para ella. En estas ocasiones la lectura no está simplemente atenta a la historia narrada, sino a las señales de esa otra persona que se te ofrecen en ella mostrándote un espacio personal que tú no conocías y que quiere compartir contigo. El libro se convierte entonces en el espacio de una conversación a distancia y de una posible y futura conversación cara a cara. Eso sí, si aceptas entr

Poema en prosa a modo de homilía para la VIGILIA PASCUAL

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Gritó, y con su grito despertó en el mundo muerto de los hombres, en la vida muerta de la creación. Los primeros que salieron a su encuentro fueron los pájaros, que seguían piando y trinando como si no hubiera pasado nada, aunque allí nadie los oía porque los muertos no oyen nada, ni siquiera cuando están vivos. Le vieron sonreír y se amontonaron revoloteando en torno a él, anidando en sus heridas, reconociendo en él el árbol de la vida donde todo tiene sitio y todos quieren ir. También los lirios sonrieron inclinándose hacia él, queriendo adentrarse en los ojos que habían visto su belleza, la belleza que los muertos ya no ven, que ni siquiera ven cuando están vivos. Despertaron sus colores agrisados por el manto de la envidia que se había apoderado del espacio de la vida y había herido de muerte su hermosura peregrina. Y allí, en la noche oscura de la vida muerta, en este encuentro con la muerte viva, empezó a morir la muerte y despertar la Vida. Había despertado allí donde el fra

MEDITACIÓN MÍNIMA PARA UN VIERNES SANTO CUALQUIERA

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VIERNES SANTO. Ciclo A (Is 52,13-53,12; Sal 30, 2y6.12-13.15-16.17y25; Hb 4,14-16; 5,7-9; Jn 8,1-19,32)

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Si estás leyendo esto, seguramente perteneces al grupo que cree que aquello que afirma Isaías sobre el siervo se ha cumplido en Cristo: “Tendrá éxito” y “aunque muchos se espantaban de él”, “asombrará a una multitud pueblos”. Aun así, quizá tú mismo te preguntes en qué tendrá o tuvo éxito, a lo puedes responder con otra pregunta: ¿Qué otro ha sido capaz de llevar el amor más lejos y hacerlo brillar en medio del odio?, y detenerte en la pregunta hasta que consiga remover tu corazón. Seguramente, percibas como el espanto que produce no es solo cosa del pasado. También hoy, quizá como hace tiempo no veíamos, muchos se espantan no de su cruz, que es agitada culturalmente por todos, crean o no, como signo cultural demasiado lleno de vanidad y demasiado cargado de negocios. Se espantan, como nosotros mismos nos espantamos, de su vida; de esa vida en la que él mismo nos enseña a crucificar el ansia de poder, de tener, de seducir… Nadie quiere oír hablar de su vida de entrega, de su vida dis

MEDITACIÓN MÍNIMA PARA UN JUEVES SANTO CUALQUIERA

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JUEVES SANTO. Ciclo A (Ex 12, 1-8.11-14; Sal 115, 12-18; 1Cor 11, 23-26; Jn 13, 1-15)

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Cada Jueves Santo escuchamos la pregunta de Jesús: “¿Comprendéis lo que acabo de hacer?” E inmediatamente, casi sin dar tiempo a dejar reposar la pregunta, ya hemos contestado en nuestro interior, porque nos sabemos este evangelio casi de memoria: “Hay que hacer lo que tú haces: hemos de servirnos unos a otros”. Pero al contestar tan deprisa olvidamos ver las trampas escondidas en el servicio. La mayor proviene de que solo queremos servir y dejarnos servir como señores y no como siervos. Habitualmente servimos para mostrarnos, para decirnos. Habitualmente aceptamos lo que nos dan los demás cuando creemos que lo merecemos, pero nos cuesta ‘Dios y ayuda’ aceptar la gratuidad sobreabundante de los otros y de Dios, porque esta gratuidad nos desarma. Creo que es por eso, al menos en parte, por lo que el servicio no termina de funcionar del todo. Porque demasiadas veces lo hacemos para sentir lo que valemos, aunque sea de forma inconsciente, y los otros lo sienten y se sienten humillados o

PASO A PASO

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Una de los párrafos más recordados de la novela  Momo  de Michael Ende es el de Beppo Barrendero: “A veces -le dice a la niña- tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga, que nunca crees que podrás acabarla. […] Te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empieza a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer. […] Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida […]. Entonces es divertido […] entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente uno se da cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no sabe cómo ha sido, pero no se está sin aliento”. Sin embargo, vivimos, como dice Vincent Pizzuto, la espiritualidad del semáforo en ámbar, tenemos que acelerar ante él porque h

DOMINGO DE RAMOS. CICLO A (Mt 26,14-27,66)

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Hoy, y a lo largo de esta semana, la pasión nos llega por los oídos y también por los ojos. pero hemos de preguntarnos si, vista y oída, nos llega al corazón como acontecimiento de vida, porque esto es realmente lo importante y no es tan claro que suceda por más que impregne todo lo que nos rodea. En estos días pasión significa bullicio, ruido, ajetreo y así no es seguro que encontremos al que padece. En estos días, pasión significa identidad, etnocentrismo y así no es seguro que encontremos al que es universal en su mirada y en su abrazo sufriente. En estos días, pasión significa solemnidad, hábitos, música y así no es seguro que encontremos al que hizo de la sencillez su hábito y vistió el sufrimiento de silencio y perdón. En estos días hay dos pasiones que recorren nuestras calles y no siempre es fácil distinguirlas pues caminan a la par. La pasión de Cristo que quiere mostrarse a los hombres como amor que llega al exceso de soportarnos en nuestra peor cara y así decirnos que el fut