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Mostrando entradas de diciembre, 2022

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS (Num 6, 22-27; Sal 66; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21)

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Se abre un nuevo año, con la normalidad que se abre un nuevo día, sin nada especial. Aunque hacemos fiesta, haciendo de este día un día distinto, subrayando que el inicio, todo inicio, coincide con una bendición de Dios que se nos invita a reconocer, a recibir y a entregar. Una bendición que la liturgia recoge del libro de los Números y que la tradición pone en boca de san Francisco cuando bendice al hermano León: “El Señor te bendiga y te guarde; vuelva su rostro a ti y te dé la paz”, quizá para mostrar que era un hombre desbordado por la bendición de Dios y desbordante de esa misma bendición recibida. En este inicio del nuevo año, los cristianos celebramos la maternidad de María, es decir, su dar a luz a la Luz del mundo. Una Luz que vence a todas las tinieblas, que envuelve todas esas oscuridades que dejan en nosotros la debilidad, las miserias y la torpeza del mundo. Y “los que escuchaban se asombraban”. Lo escuchaban de boca de los pastores que venían de la noche y de la intempe

EL AMOR EXCESIVO DE JESÚS

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En su libro  Sed , Amèlie Nothomb toma el puesto de la conciencia de Cristo durante su pasión para expresar sus propias ideas sobre el cuerpo, el deseo y otros múltiples temas. Allí encontramos este pasaje bien significativo: “Con Judas siempre hay que empezar desde cero. Habría desanimado al más pintado, más de una vez me desanimó a mí. Amarlo tenía algo de reto y eso me hacía amarlo todavía más. No porque me gusten los amores difíciles, al contrario, sino porque con él ese añadido resultaba indispensable. Si solo hubiera frecuentado a los otros discípulos quizá habría olvidado que yo estaba allí para personas como Judas: los problemáticos, los intrigantes, los que Simón calificaba de gilipollas”. ¿Qué decir ante estas palabras? Nada más que ha conseguido expresar la tensión interna de un amor que quiere ser universal, y la tentación de enrocarse en el amor a los amables, es decir, a los que coinciden con lo que buscamos y esperamos. Texto de  Amèlie Nothomb, Sed , Anagrama 2022,

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR (Is 9, 1-9; Sal 95, 1-13; Tit 2, 11-14; Lc 2, 1-14)

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“Satanás se puso en contra de Israel e incitó a David para hacer un censo en Israel. Entonces David ordenó a Joab y a los jefes del ejército: Haced un censo de Israel e informadme del resultado” (1Cro 21,1-2). Esta historia antigua se repite a lo largo de los siglos. El hombre intentando controlar el mundo, dominarlo sometiendo a sus gentes a políticas opresivas. Esta es la situación: todos haciendo cálculos para tener y dominar. Y como no podemos ganar todos, todos amenazados por la pobreza y la humillación, y muchos ya bajo esta losa de muerte. “Y sucedió que, mientras estaban allí, -dice el evangelio- le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz”. Allí, bajo este sistema de dominio y posesión que arruinó y sigue arruinando el paraíso. Allí, en el subsuelo de la vida donde esta solicita de continuo a los habitantes del mundo carta blanca para moverse a sus anchas, para ser lo que deseó Dios cuando la engendró con su sabiduría, para moverse por el mundo como por un jardín creado

LA BELLEZA Y EL BIEN

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“Comparado con lo bueno, la belleza aparece como un lujo, un excedente, dicho de otro modo, algo superfluo. Aquí les proponemos partir de una idea sencilla: el universo no está obligado a ser bello”. Así empieza el escritor François Cheng una de las conferencias de su libro  Mirar y pensar la belleza . Es verdad, no hay obligación ni necesidad y, sin embargo, la belleza está ahí, provocándonos, para que la reconozcamos, para que la expresemos, para que en la vida no habiten solo los datos, sino los deseos. Pero no basta la belleza, es la belleza unida al bien lo que realmente necesitamos sin saber del todo si esto puede existir. Y es que, como comenta más adelante: “La belleza transforma la bondad en una presencia atractiva que inspira el deseo de unirse a ella, de amarla”. Pero a la vez, “la bondad avala la calidad de la belleza”, le da su verdadera medida, porque todos sabemos hasta qué punto “el diablo se viste de Prada” para seducirnos y empobrecernos. La belleza y la bondad pued

DOMINGO IV de ADVIENTO (Is 7, 10-14; Sal 23, 1-6; Rom 1, 1-7; Mt 11, 2-11)

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En las historias bíblicas no siempre se explica primero la trama para deducir de ella la condición del personaje principal, sino que, a veces, se le identifica y luego se muestra cómo ha llegado a sí mismo por un recorrido no lineal, sino lleno de dificultades y autoengaños o de callejones sin salida que encuentran una nueva senda. Eso sucede hoy con José. Cuando se dice de él que era un hombre justo, el texto no pretende mostrarle como intachable en todos los momentos de su vida, sino como obediente en la búsqueda de la justicia, del bien, de su propia vocación. Su camino comienza en medio de una prueba que no supera inmediatamente, sino a través de decisiones ambiguas que, sin embargo, encuentran finalmente un modo justo de realizarse. Y en este proceso, se mezclan la búsqueda de José y la llamada que Dios le dirige. Su vocación, quizá la misma que la de Noé, otro hombre definido como justo en la Escritura, era la de recoger la verdad de la vida en un arca para que no pereciera en

LA NOVELA Y LA ORACIÓN

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En un libro de pensamientos cortos y aforismos que Joan-Carles Mèlich titula  La lectura como plegaria , comenta: “No hay en la novela una posición moral, no hay una deontología ni unas normas de decencia. Contrariamente a la metafísica, que impone a los humanos el camino que seguir, el criterio que permite distinguir claramente lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, la novela inaugura el juego de perspectivas propio de los asuntos humanos”. Al leer esta afirmación pienso que, entonces, la novela se parece enormemente a la oración, ya que en ella no es necesario una vida correcta para ponerse ante el Señor, es más a veces esa forma de presentación ante Él nos aleja, como sucedió con el fariseo. Lo importante es ser lo que se es, sin disfraces que nos vistan de una apariencia buena y religiosa. Y es que somos lo que somos y solo un poco lo que queremos ser. Y es siendo lo que somos como podemos entablar una relación real con Dios, que no hace ascos a la novela de nuestra v

DOMINGO III de ADVIENTO (Is 35, 1-6a.10; Sal 145, 6-10; Sant 5, 7-10; Mt 11, 2-11)

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Estamos tan necesitados, incluso cuando tenemos más de lo necesario para vivir, que fácilmente nos apuntamos a la primera promesa que nos llega. Nuestra vida necesita alegría, confianza, compañía, esperanza, y por eso vive como un perro perdiguero, atenta, incluso sin darse cuenta, a los signos por donde puedan venir estas realidades que no podemos fabricar por nosotros mismos. Estamos hechos para recibir algo que no podemos darnos a nosotros mismos. Por eso nos buscamos continuamente en las cosas del mundo y, sobre todo, en los demás. Cuando encontramos alguno de estos dones, la vida se alegra, se ensancha, se respira con esperanza. Sin embargo, nada de lo encontrado es completo. Ni siquiera “el mayor de los nacidos de mujer” es suficiente. Lo que encontramos, cuando el mundo y los demás nos bendicen, son signos del Esperado, signos sembrados por Dios para alentarnos mientras caminamos hacia la plenitud, signos que se pueden dar aquí y allá, dentro y fuera de nuestras fronteras que

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA Gen 3,9-15.20; Sal 97,1-4; Ef 1,3-12; Lc 1,26-38

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La fusión nuclear es un proceso físico en el que se unen los núcleos de dos átomos, vamos a dejarlo ahí porque no soy especialista en física. El caso es que esa unión produce una gran energía, de modo que, por ejemplo, nosotros vivimos gracias a la luz y al calor que se libera en el sol debido a que este proceso es continuo en él. Es verdad que puede ser destructivo, como muestra la bomba atómica, pero ahora me centraré en su lado positivo para apuntar el significado del dogma de la Inmaculada Concepción de María. Este privilegio de María no es sino un fruto, el primero, de la encarnación del Hijo de Dios, es decir, de la unión de lo divino y lo humano en Jesús. Esta unión lejos de anular lo divino reduciéndolo a nuestra mortalidad y pecaminosidad la agranda mostrando su capacidad de acoger y enriquecer con su vida lo distinto sin anularse. Por otra parte, lejos de anular lo humano lo ensancha hasta transfigurarlo llenándolo de santidad, es decir de un amor que no renuncia a ser am

UNA SÁTIRA QUE REVELA NUESTRO CINISMO

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“Un niño sano y bien criado, cuando cumple un año, se convierte en el alimento más saludable, nutritivo y delicioso, tanto si está guisado o asado, como hecho al horno o cocido”. De aquí parte una propuesta para acabar con la ingente población de pobres y mendigos sin solución que recorren las calles. Ayudar a la buena crianza a todos y solo dejar los que el sistema pueda asimilar. Los otros pasarían a ser utilizados como alimento para los demás. Así su vida tendría sentido y valor, y desaparecería la incomodidad de toparse con la pobreza. Todos saldrían ganando. Hablamos de la sátira de Jonathan Swift, Una humilde propuesta , que genera disgusto cuando se lee, porque saca a la luz, con un ejemplo macabro, lo que tratamos de esconder: las pérfidas justificaciones que creamos para olvidar nuestra responsabilidad con los que más sufren. Leer este breve texto escrito a principios del s. XVIII nos enfrenta a la hipocresía de nuestros buenos sentimientos y nuestras buenas palabras, cu

BUSCADORES Y PERDIDOS. Pequeña historia de Adviento

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Vinieron al centro de nuestra ciudad buscadores del mesías, porque alguno todavía queda. Y nos preguntaron: ¿Dónde nacerá?, como antaño habían preguntado a Herodes y como antaño este había preguntado a los sabios del pueblo que debían guardar la sabiduría que Dios había comunicado a lo largo de la historia. Y, aunque se habían olvidado, finalmente encontraron las referencias: Escondido, en un pueblo al que solo se llega abandonando las luces y el poder, la diversión y la ambición… que adormecen lo que de verdad necesita el alma. Lo recordaron, pero no se movieron, porque ya tenían sus ritos para estar con él y les iba bien, incluso si se quejaban continuamente de la vida de esa loca ciudad. Así que los buscadores, dicen que tres magos o reyes o vete tú a saber lo que eran, retomaron el camino solos, convencidos de que todo el despliegue social y político e incluso religioso que habían encontrado en honor del Salvador no le dejaba sitio para nacer. ¡Todo estaba tan lleno de sí! Y

DOMINGO II de ADVIENTO (Is 11, 1-10; Sal 72; Rom 15, 4-9; Mt 3, 1-12)

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Me pregunto si la expresión con la que se define a Juan Bautista, “voz que grita en el desierto”, no tiene el mismo significado que nuestro “como hablar a una pared”. Porque en el desierto el pueblo de Dios murmuró, se quejó, se fabricó un dios falso, por más que el Señor le manifestaba su presencia compañera y guía. Me pregunto si el evangelio de este domingo, a través de esa voz ruda de Juan, no quiere destapar nuestros engaños: “¿quién os ha enseñado a escapar diciendo “somos hijos de Abraham”, o pensando “hemos venido a bautizarnos”? Juan el bautista nos recuerda hoy que, aunque necesitemos orar y meditar (seguramente mucho más de lo que lo hacemos); que, aunque necesitemos simbolizar con ritos nuestra fe; que, aunque necesitemos gestos en nuestra casa para recordarnos que esperamos al Señor; solo se recibe a Jesús con la vida. Y si nuestro Adviento y luego nuestra Navidad solo están hechos de lo que viste nuestro desierto interior de gestos exteriores no seremos distintos del mu