LA BELLEZA Y EL BIEN

“Comparado con lo bueno, la belleza aparece como un lujo, un excedente, dicho de otro modo, algo superfluo. Aquí les proponemos partir de una idea sencilla: el universo no está obligado a ser bello”. Así empieza el escritor François Cheng una de las conferencias de su libro Mirar y pensar la belleza. Es verdad, no hay obligación ni necesidad y, sin embargo, la belleza está ahí, provocándonos, para que la reconozcamos, para que la expresemos, para que en la vida no habiten solo los datos, sino los deseos.

Pero no basta la belleza, es la belleza unida al bien lo que realmente necesitamos sin saber del todo si esto puede existir. Y es que, como comenta más adelante: “La belleza transforma la bondad en una presencia atractiva que inspira el deseo de unirse a ella, de amarla”. Pero a la vez, “la bondad avala la calidad de la belleza”, le da su verdadera medida, porque todos sabemos hasta qué punto “el diablo se viste de Prada” para seducirnos y empobrecernos.

La belleza y la bondad pueden ser pervertidas, solo cuando se besan se las reconoce en su verdad.


Texto: François Cheng, Mirar y pensar la belleza, Editorial Gustavo Gili 2021, 21. 47-48.

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