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Mostrando entradas de octubre, 2022

Cuerpo de santo

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El largo nacimiento del amor

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El nacimiento de un hijo que lo llena todo de amor, su muerte que deja la vida como un frío paisaje de invierno, y el fluir de una existencia golpeada por un dolor que no impide a los personajes ser ellos mismos en una mezcla de amor y dolor acogidos, celebrados y sufridos. “Esta es la razón de nuestro esfuerzo, que pueda venir el amor al mundo”, dice el protagonista de  El nadador en el mar secreto , de William Kotzwinkle. Ahora bien, es tanto el dolor que supone que no es extraño que vivamos huyendo de la vida misma.  “Diana limpió la sangre del bebé que había quedado en el rostro de Laski […] y se tumbó en el sofá. Él se sentó a su lado, en el suelo. No había nada que decir. Ninguno de los dos quería evadirse del paso de las horas y se sabían ambos impotentes para cambiar el sinuoso arrollo de la noche; lo único que podían hacer era permanecer en silencio”.   La vida se muestra en esta pequeña obra como el largo nacimiento de un amor que se topa con la muerte. Sin embargo, el afec

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Sab 11,22-12, 2; Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14; 2Tes 1,11-2, 2; Lc 19,1-10)

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En el evangelio de este domingo Jesús le dice a Zaqueo: “Es necesario que hoy me quede en tu casa”. Es extraña esta forma de hablar, “es necesario”. La misma fórmula la había utilizado Jesús un poco antes hablando de su subida a Jerusalén cuando dice: “es necesario que el hijo del hombre sufra mucho y sea rechazado [...] que lo maten y resucite al tercer día”. Quizá la entrada en la casa de Zaqueo, en los dominios internos de una vida que se ha vivido al margen y contra la ley de Dios, y la subida a Jerusalén, centro socio-político y religioso donde la presencia de Dios es dominada idolátricamente por los dirigentes del pueblo, sean una misma cosa.   En los dos casos Jesús entra en la boca del lobo, en los espacios de un mundo arrebatado a Dios para reconquistarlo aun a costa de sufrir críticas en un caso y la muerte en otro. En ambos, a costa de ser rechazado. A la vez, en ambos casos, se anuncia la victoria final del que no se deja vencer por el mal, sino que “vence al mal a fuerza

Sobre la edición de libros y el amor a las cosas y a las personas.

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  Las primeras palabras de una novela son las de su título, y este siempre se nos da envuelto por un diseño concreto. Esto es una muestra de que entre el escritor y el lector hay todo un mundo de actores. En este mundo invisible habitan, entre otros, los que diseñan el formato de cada obra, su presentación visual, táctil, etc. A mí siempre me ha parecido un trabajo importante que intenta vestir lo bello con sugerencias de belleza, e incluso lo mediocre con la voluntad de darle su propia oportunidad. Por eso me gustan más unas editoriales que otras, porque se preocupan de que sus diseños de portada, su tipografía, la distribución del texto ayuden a leer, aunque la lectura pueda defraudarte luego. Me gustan no solo por razones estéticas y prácticas, sino por una cuestión de fondo que va más allá del diseño y de la literatura. Y es que a lo que amamos y respetamos lo tratamos con afecto y esto debe hacerse incluso cuando no hay muchos medios, y quien no lo hace en su trabajo no es seg

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Eclo 35,12-14.16-19a; Sal 33, 2-3.17-18.19.23; 2Tim 4,6-8.16-18; Lc 18, 9-14)

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¡Qué terrible evangelio! ¿Quién saldrá indemne? Desde luego no el fariseo que encuentro en mi corazón a cada paso, sin que necesite subir a orar al templo, que encuentro en mis diálogos de calle con el Señor al alegrarme de los dones que me ha dado y que, a menudo, terminan por revolverse como una serpiente que muerde mi corazón y lo envenena con el juicio a los otros. Como advertía san Ignacio: “Proprio es del ángel malo entrar en el corazón devoto escondido tras sus mejores deseos, y salir habiéndolo conquistado; traer pensamientos buenos y santos, y poco a poco, enredar el corazón con sus engaños ocultos y sus perversas intenciones”. ¡Qué fácil de engañar nuestro corazón! Y ¡qué triste que así sea! Pero no sé si sale indemne el publicano de estos tiempos, que engañado ha terminado por creerse mejor que los fariseos de todos los tiempos, mejor que los que buscan cumplir con la ley del Señor, y los llama hipócritas porque se alegran de ser justos. Y aquí también nos engaña el ángel

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Ex 17,8-13; Sal 120,1-8; 2Tim 3,14-4,2; Lc 18,1-8)

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Cuando buscamos una calle o un edificio en una ciudad o en un barrio que no conocemos las indicaciones que nos da la gente a la que preguntamos suele contener referencias para ayudarnos a caminar sin perdernos. Sin embargo, a veces estas referencias, que no eran sino un punto de apoyo para ir a otro sitio, terminan por atraparnos y no dejarnos avanzar hacia nuestro destino. En este sentido, el evangelio de este domingo fácilmente nos puede engañar, pues al apuntar Jesús en una dirección utiliza referencias que, si se entienden como partes de la enseñanza, puede desviar nuestra atención de lo que quiere mostrarnos. Jesús, en este evangelio, quiere subrayar la fe de una mujer y la importancia de su perseverancia, una fe que se sostiene incluso cuando lo que tiene delante no solo no la ayuda, sino que parece ser un obstáculo para confiar. Este es el punto central del evangelio. La oración, no solo la oración de súplica e intercesión, sino también la de alabanza y acciones de gracias, so

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (2Re 5,14-17; Sal 97,1-4; 2Tim 2,8-13; Lc 17,11-19)

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Hay veces que los relatos de milagros no pretenden hablar de actos extraordinarios, sino que son la ocasión para mostrar bien la identidad de Jesús, bien la situación de los hombres, bien la forma verdadera de la vida. Esto sucede hoy con el episodio de la curación de los diez leprosos. De inicio se les presenta juntos frente a Jesús, heridos por el mismo mal y con una sola voz de súplica. Su presencia y su palabra llaman a la compasión, a repetir el gesto fundante de Dios cuando oyó el grito de su pueblo y bajó a salvarlo de la opresión por mano de Moisés (Ex 3,7-8). Jesús es presentado, así como la actualidad de la escucha compasiva de Dios que sigue con su corazón abierto a los que sufren y la presencia en movimiento de su fuerza salvífica vuelta hacia los necesitados. Pero, como antaño, no basta la acción de Dios, los dones del Señor, para sanar a los hombres que fácilmente utilizamos los bienes recibidos para separarnos los unos de los otros. Si el dolor los había unido, la cura

La ambivalencia del deseo

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Hay temas que por humanos se repiten en la literatura de mil formas. Robert Louis Stevenson reúne en su pequeña novela  El diablo de la botella  tres de ellos: la dificultad para conformarnos con lo que nos ha tocado en la vida, la fuerza de los deseos y la sobreabundancia del amor. Un hombre ofrece a otro una botella por el poco dinero que lleva: “Cuando alguien compra esta botella -le dice- el diablo se pone a sus órdenes: todo lo que desee, amor, fama, dinero, casas como la mía, ¡ay!, o una ciudad como esta, todo será suyo […] Un inconveniente. Si uno muere antes de venderla, arderá para siempre en el infierno”. Y este es el problema: ¿Acaso puede nuestro deseo conformarse cuando se le ha alimentado desmedidamente? Y es que el deseo solo encuentra su fuerza vivificadora cuando se arraiga en el amor y no en la posesión. Cuando lo hace, aún sin conformarse nunca, caminará hacia el cielo, como deja entrever el sacrificio final de la historia. Texto: R. L. Stevenson, El diablo de la b

Los guardianes de la vida

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La literatura es una de las formas más sutiles, respetuosa y pacientes, a la vez que incisivas y provocadores de explicitar la verdad de las cosas. Más que aleccionar, dejan ver situaciones, preocupaciones, miedos; amplían preguntas silenciosas, retenidas, silenciadas. Así se convierten en una especie de memoria de una vida que no está dispuesta a ser degradada, en una especie espacio protegido para que las palabras y las formas mediocres, interesadas y vulgares de pronunciar la vida no lo sean todo. Esta es la función del señor Juan, el guarda del pinar, en uno de los últimos cuentos de Jiménez Lozano,   La querencia de los buhos , cuando dice que estos animales tienen “una fidelidad a las Iglesias como un perro a su amo; porque se decía que se bebían el aceite de la lámpara del Santísimo Sacramento, pero no debía de ser así, porque el caso era que se quedaban en las iglesias cuando ya no había que encender ninguna lámpara de presencia o ausencia, y la gente ya no iba ni atendía el

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Hab 1,2-3; 2,2-4; Sal 94, 1-2.6-9; 2Tim 1,6-8.13-14; Lc 17,5-10)

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Cuanto más cerca estamos de Jesús más experimentamos la distancia que nos separa de él: la distancia entre su corazón limpio y acogedor y el nuestro lleno de recelos y prejuicios, la distancia entre su libertad y entrega y nuestras ataduras y egoísmos, la distancia entre su alegría y gratitud y nuestra continua melancolía y queja. Y no es extraño que desesperemos de coincidir con él. Sin embargo, esta coincidencia es el destino de nuestra vida pues su vida es el hogar y la forma que Dios ha pensado para nosotros. Por eso, es necesario que pidamos fe, no solo fe en Dios, sino fe en la obra de Dios en nosotros. Que pidamos al Señor confiar en que Él puede hacer en nosotros y con nosotros obras grandes. Esta fe, con forma de un grano de mostaza, haría que se ensanchara nuestra pequeñez hasta hacerse un espacio acogedor para los que se encuentren con nosotros, como apunta Jesús al hablar de la semilla de mostaza convertida en un árbol donde pueden anidar toda clase de pájaros. Y este es el