LOS TRABAJOS DE LA VOCACIÓN

En una conferencia sobre su historia de escritora, Susanna Tamaro afirmaba: “Por ser un don tan especial (el de la escritura) es necesario cuidarlo como si fuera una criatura frágil e indefensa. El mundo está lleno de talentos que mueren asesinados por sus mismos propietarios. Los mata la arrogancia, la presunción, el deseo de aprobación y de éxito […]

Hay que escribir […] por una verdadera, absoluta e irrenunciable exigencia interior. Debemos ser simples y de la simplicidad hacer nacer la profundidad y viceversa.

Probablemente si yo hubiera empezado a componer frases admirables desde la más tierna edad, […] si hubiera sido reconocida y aclamada muy pronto, no diría estas cosas. He tenido que hacer un largo aprendizaje”.

Releo estas palabras y me parece que pueden emplearse para cualquier vocación personal, que las más de las veces no aparece si no es en un compromiso fiel con el esfuerzo, la sencillez, la profundidad y la libertad frente al mundo. “Humildad y paciencia -dice Tamaro- son los dos principales valores para poder ejercer el arte de escribir”, y de vivir -añado yo.


Texto tomado de Susanna Tamaro, “La humildad de la mirada”, en: Cada palabra es una semilla, Seix Barral 2005, 6-27 (24-26).

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