LAMENTO

En medio de la invasión de Ucrania por el ejército ruso con su rastro de destrucción, muerte y desplazamientos masivos, descubro unos textos de la 3ª Sinfonía de Henryk Gorécki. El primero es un lamento medieval polaco en el que María, símbolo de la humanidad sufriente, dice así a su hijo muerto: “Mi querido hijo, mi predilecto, / comparte las heridas con tu madre./ Ya que he sido yo, querido hijo,/ quien te ha llevado en el corazón,/ y quien tan fielmente te ha servido./ Háblale a tu madre para hacerla feliz,/ pues ya me abandonas, dulce esperanza mía”.

En el tercer y último movimiento de la sinfonía, el compositor utiliza un poema donde otra madre busca a su hijo asesinado en una insurrección: “Oh, piad para él,/ pajarillos cantores de Dios,/ porque su madre/ no puede hallarlo./ Y vosotras, florecillas de Dios,/ floreced a su alrededor,/ para que al menos mi hijo/ pueda disfrutar soñando”. La tristeza y el deseo de envolver al hijo en sonidos de vida y abrazarlo en una especie de cuna de ternura expresan bien el mismo deseo de Dios que busca recogernos de nuestros dolores más profundos.

Mientras, la tristeza de la música no nos deja descansar, pues la humanidad sigue esperando el tiempo de la paz y la reconciliación. 

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