NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR. Ciclo C (Is 9, 1-6; Sal 95, 1-3.11-13; Tito 2, 11-14; Lc 2, 1-14)

En el evangelio de la Navidad se nos anuncia la presencia de un salvador con forma de niño envuelto en pañales. Pero, más allá del sentimentalismo y la afectación con la que nos enreda engañosamente nuestro deseo de vivir en un mundo que no existe, ese mundo de amor y armonía que dibujan las felicitaciones, donde la injusticia y la violencia no existen, y la tristeza, el dolor y la soledad se han disipado, ¿qué se nos da en este niño que aparece en postales, belenes, balcones, y se nos da a adorar en la liturgia?
Comprenderlo requiere silencio, meditación y escucha. Porque no es fácil ver en este niño la vida misma de Dios que se entrelaza con la nuestra hasta quedar sujeta a nuestra impotencia, la claridad de Dios que se adentra con la oscuridad del mundo hasta quedar casi apagada, el amor de Dios que aparece marginado en los negocios en los que andamos hasta quedar invisibilizado.
Pero comprender es encontrar la fuente de la esperanza que no se apaga, porque en este cuerpo aún chico que se nos da a contemplar y a hacer nuestro, Dios hace suya nuestra vida de forma que ya nada de lo que somos queda al margen suyo, nada de lo que hacemos sucede fuera no solo de su mirada, sino de su propia existencia, nada de lo que nos pasa sucede fuera de su ancho ser. Y de aquí nace la alegría última, porque la humanidad que ha acogido y sufrido este niño y que nos abarca a todos, se amasa ahora con la levadura del amor de Dios que está en su interior sin separación. El mundo ha empezado con él a ser carne de Dios y, al contemplar estos comienzos, podemos comprender que todo nuestro ser y el ser de todos, un día no será sino una forma expresiva, creativa y exuberante de la eternidad del amor de Dios.

POSDATA: A todos los que os acercáis a estas líneas que escribo cada semana, a los conocidos y a los desconocidos, a aquellos que me saludáis y no recibís respuesta, a los que buscáis y habéis encontrado algo que ilumine alguno de vuestros pasos, a los que lo hacéis a tientas esperando encontrar un poco de luz porque la oscuridad que os rodea es grande, a todos... mis deseos de una Navidad honda que siembre esperanza en vuestros corazones.
Ante el niño que se nos da me uno a vuestras oraciones.

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