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Mostrando entradas de junio, 2025

Lo que no me gusta del papa. Artículo de Vida nueva nº 3.415

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LO QUE NO ME GUSTA DEL PAPA Reflexiones sobre el ministerio petrino  Ver aquí 

Oración para un rato cualquiera

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Fiesta de la Santísima Trinidad. Meditación pictórica

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SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD - CICLO C (Prov 8, 22-31; Sal 8, 4-9; Rom 5, 1-5; Jn 16, 12-15)

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No hay un lugar para encontrar a Dios, es necesaria una sabiduría, porque Dios no coincide con este o este otro lugar, sino que se da como una presencia que envuelve todo lugar y todo tiempo para llenarlos de su gloria. Y esta sabiduría es un don de vida que procede de él mismo: “Tu luz, Señor, nos hace ver la luz”, dice el salmo. Esta sabiduría, que desde siempre le acompaña, es la que se nos ha dado en Jesús. En él encontramos un lugar para, en todo lugar, percibir la mirada paterna de Dios que nos crea, que nos acoge, que nos invita a participar de la creatividad de su amor. Por eso a Jesús le llamamos Hijo de Dios, sabiduría del Padre. En él encontramos la raíz de nuestro ser, el lugar donde Dios quiere colocarnos y la libertad con la que nos empuja al mundo para envolverlo con la gloria de su amor.  Y así Dios nos vistita siempre como origen y horizonte que nos crea, como lugar donde ser nosotros mismos bajo la mirada de este amor eterno y sostenernos en él, y como movimiento ...

¿Es necesario que el burro sea grande? Reflexiones sobre la grandeza y la pequeñez

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Acabo de publicar en la revista Nova et vetera: Pensamiento y mundo monástico , de las benedictinas de Zamora, un artículo titulado "¿Es necesario que el mundo sea grande? Reflexiones sobre lo grande y lo pequeño, la grandeza y la pequeñez". Puedes encontrarlo en:  http://www.entretiempodefe.es/grandezaypeque%C3%B1ez.pdf

DOMINGO VIII DEL TIEMPO DE PASCUA. CICLO C FIESTA DE PENTECOSTES (Hch 2, 1-11; Sal 103; 1Cor 12, 3b-7.12-13; Jn 20, 19-23)

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¿Quién puede reciclar su dolor?, ¿quién puede reciclar su culpa? Podemos enterrarlos, podemos hacer como si no existieran, podemos proyectarlos en los demás, pero al final, están ahí como un montón de escombros que escondemos con las puertas cerradas no solo para que no los vean los demás, sino para no mirarlos nosotros mismos, intentando vivir fuera de esa habitación. Creo que podríamos empezar a leer el evangelio de hoy desde esta situación. ¿Qué hacer con el recuerdo del amigo muerto?, ¿qué hacer con los golpes con los que el mundo mata tantas veces lo mejor de nosotros mismos?, ¿qué hacer con la conciencia de no estar a la altura de lo que sentimos que es nuestro deber y nuestra vocación?, ¿qué hacer con la vergüenza que supone haber traicionado nuestros principios y promesas o la culpa que pesa en nuestra alma por no sostener la mirada al hermano cuando nos necesita? Todo eso se reúne en el cuerpo resucitado de Cristo que se les presenta en esa habitación cerrada cuando muestra su...