El rostro de Cristo (Alekséi von Jawlensky)
Abriste los ojos a la vida y la creación se llenó de la luz que esperaba desde el principio. Los colores vinieron a tu rostro a jugar con la luz de tu presencia. Bajo tu mirada, sobreabundante sobre la fealdad del mundo, se ilumina nuestro ser y se armonizan las formas porque encuentran la belleza que Dios quiso para ellas. Y ya no hay miedo, pues tu rostro de la luz abierto redime en la profundidad de sus ojos toda la oscuridad de nuestras vidas.
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