Las manos del Señor (Gijs Frieling)

Todo está rodeado de belleza. Por doquier nace la vida, brota como los pétalos inquietos que se abren para alegría y esperanza del mundo. Pero obsesionados como estamos en ser dueños de la vida, solo vemos la marca de oscuridad y muerte que no logramos esquivar y nos asalta por doquier. Libra mis ojos de la muerte. Tú nos embarras la mirada para que volvamos a contemplar la belleza inicial, para que reconozcamos que somos barro, tierra vivificada por el aliento de tu vida. Lo haces para que nos contemplemos desde ti, que llamas a ser a lo que no existe y lo haces saltar sin medida hasta la vida eterna. ¿Podremos abrir los ojos y contemplar el brillo de eternidad de tu obra, y confiar?

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