ADVIENTO'20
levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación (Lc 21, 28)
Podríamos comenzar el adviento interiorizando este versículo. El Señor
llega para que nuestros deseos más profundos se vean cumplidos. Lo comento a
partir del salmo 84 y de la esperanza de tres mujeres que levantan su mirada
hacia Jesús. Ellas nos invitan a buscar al Señor como fuente de la vida
verdadera, de la vida renovada, de la vida reconciliada, de la vida que solo el
Señor puede regalarnos. Es necesario, además, no solo pensar en nosotros sino
en la humanidad entera que espera con este deseo de vida al que podemos ayudar
a nacer.
¡Qué amable tu morada
con los hombres, Señor!
¡Qué delicado el tacto
con que nos recoges en Jesús!
¡Qué alegría produce
reposar en ti
el deseo que en nuestro corazón
busca lo mejor, como María
escuchando a tus pies
en su casa de Betania;
el deseo de una vida viva
cuando parece perderse
sin remedio,
como la hemorroísa
que presentaste a todos
como testigo de la fe;
el deseo de un afectuoso perdón
como el de aquella pecadora
en casa de Simón
reconocida ante todos
como imagen viva del amor!
¡Qué amable tu regazo!
¡Qué nido de esperanza
para nuestro anhelo de verdad,
de vida, de perdón,
para nuestro anhelo de amor!
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