VOLAR

Cuando al fin Juan consiguió volar realmente y no solo sostenerse en el aire para descubrir y lanzarse a por la comida como las otras gaviotas, pensó: “Cuando sepan lo del Descubrimiento, se pondrán como locos de alegría. ¡Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida! En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, ¡hay una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos ser libres!”.

Cuanta ingenuidad derrocha este sentimiento, cuanto habrá de aprender Juan Salvador Gaviota del apego que sentimos todos por lo fácil, lo de siempre, lo vulgar, incluso si sentimos nuestra vida gris y mediocre.

La historia continúa más adelante diciendo: “Juan Gaviota pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los Lejanos Acantilados. Su único pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar; que se negasen a abrir sus ojos y ver”.

Aun así, esta pequeña historia de Richard Bach se sigue contando, revolotea por encima de nuestras vidas animándonos a saltar al cielo azul.


Texto de Richard Bach, Juan Salvador Gaviota, Javier Vergara editor 1986, 31.40.

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