Olivia Rueda se quedó sin saber hablar y escribir después de una complicación quirúrgica, e hizo coincidir su lenta rehabilitación con la escritura de una especie de cuaderno de bitácora de su navegación por el abismo de la impotencia. El libro, que se ha publicado, se titula No sabes lo que me cuesta escribir esto.

“Roberrrrrto… Me sale el acento de espía rusa de la KGB cuando llamo a Roberto, Es por culpa de la lengua, la tengo de trapo todavía […] Yo sé que no soy tonta, pero me está constando horrores demostrárselo a los demás. Parece una adivinanza: lista por dentro, tonta por fuera, ¿quién es?”. Si parece que esta anécdota que escribe describe una aceptación sencilla, basta seguir leyendo: “Tener más de cuarenta años y que te duchen es una de las experiencias más humillantes del planeta […] Me siento como un saco de mierda, pesado, inservible, como una carga para los demás, que fingen que todo va bien cuando yo huelo a desesperación, a inútil”.

Creo que hace mucho bien leer estos libros que nos sacan de ese espacio donde nos sentimos invulnerables y en el que no admitimos ni siquiera la presencia figurada de lo limitado, lo roto, lo deforme, lo enfermo… en el fondo de la humanidad real.


Texto tomado de Olivia Rueda, No sabes lo que me cuesta escribir esto, Blackie Books 2017, 89.

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