TRAS LA MUERTE DE JAVIER. Compañero de presbiterio.
Así como la alegría apenas necesita ser pensada, la tristeza abre preguntas abismales y no se puede sufrir sin pensar, sin que el dolor mismo levante en nuestros pensamientos dudas, quejas, interrogantes sobre la sustancia de este mundo que, por momentos, se hace cruel sin ninguna razón. Este, en el que vivimos la muerte de Javier, recién ordenado, es uno de ellos. Cuando los cristianos vamos a la Escritura a buscar consuelo, no encontramos respuestas, encontramos hombres y mujeres que han sufrido ante Dios clamando a él con palabras, con lágrimas, con silencios y con gritos, sin encontrar habitualmente más que una presencia que acogía su dolor y abría una promesa que ayudaba a resistir confiando por encima de toda razón. ¿No rezamos así los cristianos ante la cruz? Como ahora Javier, hace veintiocho años, Valentín, otro cura de esta diócesis de mi curso al que tantos queríamos y en el que la diócesis había puesto tantas esperanzas, se ahogó. Me resisto a creer que Dios tenía este pl...
Felicidades Paco, nosotros también agradecidos, por tus consejos, palabras reconfortantes reflejo de Dios Padre.
ResponderEliminar