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Mostrando entradas de enero, 2025

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Neh 8,2-10; Sal 18,8-15; 1Cor 12,12-30; Lc 1,1-4; 4,14-21)

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Una de las preguntas más frecuentes de aquellos que se sienten atraídos por lo que escuchan sobre el Dios cristiano y la vida que ven en sus mejores testigos es la de cómo escucharle, cómo adentrarse en una relación personal con él, cómo saltar del “te conocía de oídas” al “ahora te han visto mis ojos” (Job 42,5). En el evangelio de hoy, Lucas llama a todos estos buscadores, sus lectores, Teófilo, teófilos, es decir, amigos de Dios, incluso si están en unos comienzos en los que solo intuyen lo que significa esta amistad. Para ellos, para nosotros, deja escrito un texto no solo para conocer, sino para reconocer a Dios y adentrarse en la relación con él. Un texto, el Evangelio, para entrar en el espacio que dejó Cristo, un espacio en el que podemos percibir que Dios está con nosotros como compañero de camino, como horizonte de vida, como misericordia siempre atenta. Lucas concluirá su relato con la historia de aquellos otros amigos, los de Emaús, que creyeron que ya no le volverían a v...

DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Is 62, 1-5; Sal 95, 1-10; 1Cor 12,4-11; Jn 2, 1-11)

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“Llenad las tinajas de agua”. Esta es la petición de Jesús. Lo que va a hacer requiere de un trabajo previo encargado a quien parece no pintar mucho en la historia que se cuenta. Sin ese trabajo no hay milagro, no acontece la alegría que trae el Señor. Y creo que así es la llegada del Reino, con la alegría que trae. Se nos pide llenar las tinajas hasta arriba, no dejar de poner todo lo que somos y tenemos en este mundo ancho que no parece cansarse de solicitar de nosotros lo mejor. Y luego a esperar, porque el milagro que aquí acontece en unos minutos, en nuestra vida no siempre es tan instantáneo, y en muchas ocasiones tendrá que esperar hasta aquel momento donde todo aparezca tocado por el poder transfigurador de Dios. Todo, todo lo que habíamos puesto de nosotros mismos, y no solo lo que hicimos bien, también lo que se frustró, pero llevaba nuestra buena intención que no fue suficiente para que fructificara aquí. Es difícil hacer las paces con esa sensación de siervo inútil con...

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR (CICLO C) Is 42,1-4. 6-7; Sal 28,1-10; Hch 10,34-38; Lc 3,15-16.21-22)

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No basta el bautismo de agua para entrar en el Reino de Dios. En el evangelio de hoy Juan Bautista lo reconoce. No bastan sus gestos, no bastan nuestros gestos. Estos deben llenarse de la misma vida de Dios: Espíritu santo y fuego, dice. A veces buscamos a hombres o mujeres que atraigan sobre nosotros la vida, el consuelo, la bendición, y alguna vez sentimos la presencia de alguno de ellos como gracia. Esto sucedió con Juan, sin embargo, él es consciente de que no puede darlo todo, por más que la gente le busque a él. Solo el que trae la vida de Dios puede salvarnos. Y esto es lo que sucede. El Hijo de Dios entra en las aguas donde el mundo nace y perece, en las aguas fecundas de la vida y en las aguas tormentosas que la anegan. Él entra hasta el fondo de la vida para consagrarla con su Espíritu, con su Espíritu filial y fraterno. Y allí nos encuentra a todos los que caminamos buscando fuerza de vida y espacios de misericordia y horizontes de esperanza. Viene y se entrega hasta agotars...

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR (CICLO C) (Is 60, 1-6; Sal 71,1-13; Ef 3,2-3a.5-6; Mt 2,1-12)

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¿Hacia dónde ir? No con los movimientos físicos, que demasiadas veces están sujetos a las situaciones inamovibles de la vida, sino con nuestra vida entera. ¿Qué lugar y forma le darán sentido, paz, plenitud? Esto es lo que se han preguntado los hombres y mujeres a lo largo de los siglos y también lo que se han dejado de preguntar demasiadas veces. Sin embargo, siempre hay algunos que tienen abierta la ventana de su corazón buscando señales en el exterior y en su interior, señales que les den pistas para no perder el alma en la superficialidad de los movimientos que nos llevan y nos traen. Estos son los que el evangelio de hoy llama “los magos de oriente” que, como todos los buscadores, comienzan su camino en la noche, porque es allí donde descubren pistas de luz, aunque a veces solo tengan forma de sed de vida. Los cristianos creemos que por mucho que las noches se cierren ya nunca podrán ocultar una luz que se ha hecho carne para buscarnos por fuera y por dentro. Y esta luz es el Hi...

SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD (CICLO C) (Is 60, 1-6; Sal 71,1-13; Ef 3,2-3a.5-6; Mt 2,1-12)

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El prólogo de Juan se repite como evangelio en varias celebraciones de la Navidad. Su cadencia litúrgica, conocida y extraña al mismo tiempo, apenas nos deja fijarnos en su riqueza, y así habitualmente se convierte en palabra que lleva el viento. Probemos pues a decirlo de otra manera, y luego volvamos al original. Muchos han hablado de ella a tientas, porque la intuían, la deseaban, la buscaban, e invitaban a otros a unirse a ellos. Muchos juanes bautistas con diferentes túnicas, palabras y gestos, aunque todos apuntaban a eso desconocido que se expresa en nosotros, como de pasada, haciéndonos desear más y más desde esta torpe y limitada vida que nosotros somos.   Y esta vida se dijo en Jesús como verdad de vida en medio de la confusión y las mentiras que nos decimos para engañarnos mientras intentamos huir de nuestra pobreza de muerte.  Y esta vida se hizo carne compañera para decirnos que estábamos llamados a la vida con mayúsculas, a pesar de no poder sobrepasar por noso...

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS (CICLO C) (Núm 6, 22-27; Sal 66; Gál 4, 4-7; Lc 2, 16-21)

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La bendición de Dios siempre se ofrece como un camino. En el evangelio de hoy se ve perfectamente. Los pastores que habían recibido el anuncio de la bendición de Dios (el nacimiento del Mesías) envueltos por la noche y con miedo, deben ir a donde ha nacido para empaparse de dicha bendición que les hace luego volver “dando gloria y alabanza a Dios”. Esto mismo sucede con María, que al recibir la bendición de Dios por medio del ángel (“bendita tú entre las mujeres”) debe recorrer un camino para ver, como los pastores el signo de la bendición y, como ellos, cantar las alabanzas de Dios ahora delante de su prima Isabel (Magníficat). Jesús, bendición definitiva de Dios porque nos ofrece la vida de amor eterna y por tanto la paz y la justicia vivida en comunión, se ofrece a principio de año como bendición en camino. El mismo dirá: “Yo soy el camino”, pero un camino con el horizonte abierto de plenitud y gloria. Así pues, en este día se nos invita a recibir la bendición con fe como los pastor...