¡Cuántas oportunidades perdidas! Irrecuperables, incluso si no son definitivas en sus consecuencias. Jesús, en el evangelio de hoy nos invita a mirar las puertas que cerramos a su presencia y a la alegría, el consuelo y la vitalidad que trae consigo. Oímos en la parábola: “se cerró la puerta”, y nos imaginamos enseguida un castigo, pero sabemos por experiencia que esa puerta está cerrada por fuera, que es el signo de que no podemos participar de lo que no hemos elegido con decisión. Hoy se nos invita a percibir la alegría que trae consigo Cristo: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Venid, danzad y cantad mientras lo acompañáis. Son las amigas de la novia las que lo reciben y acompañan para participar alegres en la boda de Cristo y la humanidad. Y nosotros, si somos amigos de la humanidad, de la nuestra y de la de todos, y no solo amigos de nuestro pequeño mundo de obsesiones, quizá debamos preguntarnos si vamos preparando esa alegría plena que se nos da y podemos dar e...