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Mostrando entradas de diciembre, 2023
DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA (Eclo 3,2-6.12-14; Sal 127,1-5; Col 3,12-21; Lc 2,22-40)
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¿Por qué nos defendemos de Dios? ¿Por qué de continuo lo sacamos de los negocios de nuestra vida? En nuestros tiempos, por ejemplo, aunque quizá fue siempre así, muchos padres siguen llevando a sus hijos a la catequesis, pero reducen su implicación a los mínimos, como si fuera una obligación que hay que pasar sin dejar que ni los niños ni ellos se impregnen demasiado de Dios mismo. Una especie de consagración a precio de dos tórtolas, diría siguiendo el evangelio. Y es que Dios asusta, siempre ha asustado, también a María, también a José. A lo largo de los siglos identificado con la violencia de un tirano arbitrario que podría coger en propiedad lo que quisiera y llevárselo (¿no se nos cuela todavía esta idea cuando sufrimos una desgracia?); en estos tiempos finales, los de Cristo, identificado con un amor que invita a amar siempre y del todo y, por tanto, también a sufrir por amor (si leemos bien el comienzo de la segunda lectura nos daremos cuenta de que no se puede cumplir sin sufr
Meditación breve de Navidad
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IV DOMINGO DE ADVIENTO (2Sam 7,1-5.8b-12.14a.16; Sal 88; Rom 16,25-27; Lc 1, 1-8)
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La historia es así, Dios viniendo a caminar entre los hombres y los hombres construyendo recintos cerrados para su presencia. Dios queriendo alentar las búsquedas, compartir los esfuerzos, sostener la esperanza, fecundar los proyectos, dibujar un horizonte de plenitud… y los hombres separándolo de sus vidas, dándole el tiempo y el lugar de un templo y unos rezos. Una auténtica tragedia. Un divorcio al que el amor de Dios no se ha acostumbrado nunca. En la primera lectura David quiere hacerle un templo y Dios le responde con una bendición que supone mucho más, su presencia en la descendencia del rey. Y al llegar la plenitud de los tiempos se escucha de nuevo lo que desde siempre estaba escrito en el corazón de Dios: Yo-soy-con-vosotros, yo-soy-Emmanuel. Y una virgen comprende cuando escucha en su corazón: Tú eres mi templo y tu vida puede ser el espacio de mi gloria. ¡Alégrate! Y Dios se ensancha entrelazándose con los gestos cotidianos de una joven madre para dar horizonte de eternid
Otras antífonas 'Oh'. Más asombros de alabanza y oración
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DOMINGO III DE ADVIENTO (Is 61, 1-2a.10-11; Lc 1,46-54; 1Tes 5,16-24; Jn 1,6-8.19-28)
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Habiéndose enterado algunos espirituales de que muchos se ahogaban en el bautismo de Juan (véase la reflexión del domingo anterior), fueron hasta donde predicaba y, después de oírle decir que “no era ni el Mesías, ni Elías, ni el Profeta”, le preguntaron con un cierto enfado: «“Entonces, ¿por qué bautizas?” No te das cuenta de que haces que la gente se pierda atándose a gestos y palabras relativos, cuando su destino es el encuentro con el Dios verdadero». Juan les miró reconociendo su propia tentación, también él había pensado en dejar los signos y entregarse a la realidad de Dios. Pero, ¿ dónde podía encontrar la realidad de Dios sino en los signos mismos? Y les dijo que solo en la historia de Israel y en sus profetas, solo en sus reyes y en sus aventuras, tan santas como necias se podía entrever a Dios, que solo con gestos concretos y palabras limitadas se podía recibir y responder a Dios, que solo en el interior de esa realidad ambigua que somos se dice Dios para nosotros y que,
Los ángeles de la noche (cuento de Navidad)
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En este link puedes leer el cuento de Navidad que he escrito para el Adviento-Navidad de este año: Los ángeles de la noche . https://www.entretiempodefe.es/losangelesdelanoche.pdf Ojalá que la celebración de la Navidad traiga un poco de esperanza a las pesadillas que habitan nuestro corazón y el corazón del mundo.
II DOMINGO DE ADVIENTO (Is 40,1-11; Sal 84; 2Ped 3, 8-14; Mc 1, 1-8)
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Parecería difícil, pero es real: no es extraño que muchos se ahoguen en el bautismo de Juan, que muchos se ahoguen en sus palabras y en sus gestos; que muchos entren en las aguas de su bautismo y no salgan ya de ellas. La voz de Juan invita a recogerse alrededor de Dios, a escuchar sus palabras y a realizar algunos gestos. Todo para prepararse para el verdadero encuentro, el encuentro con EL QUE VIENE. Esta voz de Juan la escuchamos, de una u otra manera, en las palabras de aquellos que nos traen hasta el umbral del encuentro. Estos gestos de Juan los encontramos en diversas acciones religiosas que nos sitúan en la frontera por donde llega. Sin embargo, ni las palabras, ni los gestos son en sí mismo el encuentro con EL QUE VIENE. Juan lo dice bien claro: “Preparad los caminos al SEÑOR. Yo no soy… Solo él bautiza con el Espíritu”. Así pues, no basta estar en grupos ni seguir a una persona santa, no basta leer la Escritura o celebrar los sacramentos, no basta cantar villancicos o poner
I DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO B (Is 63,16b-17.19b;64,2b-7; Sal 79,2acy3b.15-16.18-19; 1Cor 1,3-9; Mc 13, 33-37)
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“¡Estad atentos, Vigilad!” ¿Para qué? Muchos fantasmas han despertado estas palabras de Jesús a lo largo de la historia de la predicación. Los fantasmas de un Dios demasiado parecido a nosotros que nos busca las vueltas como nosotros se las buscamos a los demás cuando “vamos a pillar”. Pero ya nadie se asusta de este dios juez de castigos posibles. Y, sin embargo, en el corazón del hombre sigue presente el miedo a perder la vida, a que no valga para nada, a haberla perdido sin valor. Por eso el querer exprimirla a lo loco, sin que esto, por otra parte, nos consuele. Entonces, vigilad, ¿qué? Quizá lo que tenemos entre manos, lo que ha dejado el Señor antes de irse, aquello en lo que le podemos encontrar pues tiene su sello, aquello que ha querido que construyamos para que al venir pueda darle el toque de gloria que todo espera. Quizá podamos escuchar a comienzo de este adviento que el Señor está en lo que nos dejó y allí mismo nos espera para que le descubramos como promesa de vida fu