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Mostrando entradas de septiembre, 2025

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Am 6,1a.4-7; Sal 145,7-10; 1Tim 6,11-16; Lc 16,19-31)

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¡Qué diferente es el evangelio según el lugar desde dónde se le escuche! No dice lo mismo a todos los oídos, no tiene un mensaje único y homogéneo sin diferenciar la posición de vida que tenemos. Las mismas palabras de Jesús, sus mismos gestos, pueden producir alegría o tristeza, aliento o miedo, atracción o repulsión. Lo vemos, lo escuchamos, lo sentimos no solo por lo que dice, sino por la situación en que se encuentra nuestra vida. Y es necesario ser honestos y no simular que estamos en otro sitio para que el evangelio nos resulte asimilable. Este significado plural de la palabra de Jesús se percibe claramente en el evangelio de hoy. Si pertenecemos a esa parte de la población que vive holgadamente y tiene lo suficiente no solo para vivir, sino para salir de fiesta, darse caprichos, cambiar de ropa cuando la anterior está aún nueva, dejar estropear comida en la nevera por no comer sobras… y tenemos buena conciencia porque una mínima parte, que apenas nos supone nada la ofrecemos a l...

CONFERENCIA: La trinidad como forma de ser de Dios. ¿Qué significa un Dios único en tres personas?

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DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Am 8,4-7; Sal 112, 1-8; 1Tim 2,1-8; Lc 11,1-13)

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Nadie puede vivir su vida cristiana como una devoción particular de puertas cerradas al mundo, como religión de mi casa, de mis preocupaciones, de mis deseos, de mis necesidades. De las mías y de las de los míos. No que esto no sea importante, sino que no soy yo el que debo determinar la posición de Dios, como hacían los romanos con sus ‘dioses lares’ (Dioses familiares o del hogar). Cada uno tenía los suyos para proteger a su familia, a sus negocios, para garantizar su triunfo en los conflictos del mundo. Claro que a Dios le preocupa nuestro bienestar y nuestros sufrimientos, pero no de forma aislada e indiferente a los demás. Dios es el Dios de todos, un Dios de puertas abiertas que no defiende nunca la seguridad de unos frente a la de otros, Un Dios que a todos nos llama a una vida común. Sin embargo, sin ser un ‘dios lar’, su presencia solo se reconoce y se aprende a vivir en nuestra casa y sus alrededores, en las pequeñas cosas de la vida, en sus alegrías y preocupaciones, en sus ...

PERMANECER. En el aniversario de mi ordenación sacerdotal.

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DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C. (Num 21, 4b-9; Sal 77; Filp 2, 6-11; Jn 3, 13-17). Fiesta de la Exaltación de la santa Cruz

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Seguramente no hay nadie que ocupe una posición más elevada en nuestra vida que aquellos que se han abajado para acompañarnos cuando estábamos solos, para recogernos cuando estábamos caídos, para alentarnos cuando nos sentíamos humillados por la vida, para perdonarnos cuando les habíamos herido. Sobre todo, si para hacerlo ha perdido oportunidades de ensanchar su vida, de vivir sin problemas, si han resultado heridos de alguna forma. Desde esta perspectiva se entiende que nuestras iglesias estén llenas de cruces en alto. Esas cruces hablan de nuestra debilidad, de nuestras soledades, de nuestras heridas, de nuestras tristezas, de nuestras vergüenzas, de nuestros pecados, de todas esas cosas que humillan nuestra vida, que nos hacen sentir que somos barro, pero que han sido visitadas por Cristo para acompañarnos, aún a costa de terminar atrapado por todas ellas.  Al contemplarlas terminamos comprendiendo que Dios no pasa de largo ante nuestra súplica, ni se entretiene indiferente en ...

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Sab 9,13-19; Sal 89, 3-6.12-13.14.17; Flm 9b-10.12-17; Lc 14,25-33)

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La cercanía de Dios, su presencia entre nosotros como discreto compañero de camino, su humilde aceptación de nuestra libertad e incluso de nuestro rechazo, creo que ha terminado por confundirnos. La razón es que nos hemos quedado con su cercanía y hemos olvidado su divinidad. Porque, aunque le hablemos con las mismas palabras que utilizamos para dialogar entre nosotros, no estamos al mismo nivel. Él es Dios, el misterio inefable que nos ha creado y que existe sin la estrechez del tiempo y del espacio, el horizonte infinito donde nuestra vida puede abrirse a una plenitud que no nos podemos dar a nosotros mismos, el amor sin medida que nos sostiene sin tener la obligación o la necesidad de hacerlo. Digo esto recordando a una madre que, comentando el evangelio de hoy, me dijo un día que entre Dios y su hijo, elegía a su hijo, y punto. Sin darse cuenta tomaba a Dios como a una persona más de su vida que competía con sus demás amores, y no como el origen de su fecundidad materna, el creador...

Mi último libro

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Os presento mi último libro. Aparecerá en estos primeros días de septiembre en las librerías.   Os invito a echar una ojeada al prólogo clicando aquí y, si os atrae, a comprarlo y entregaros a su lectura:    Los datos editoriales del libro puedes verlos aquí .