DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C (Am 6,1a.4-7; Sal 145,7-10; 1Tim 6,11-16; Lc 16,19-31)
¡Qué diferente es el evangelio según el lugar desde dónde se le escuche! No dice lo mismo a todos los oídos, no tiene un mensaje único y homogéneo sin diferenciar la posición de vida que tenemos. Las mismas palabras de Jesús, sus mismos gestos, pueden producir alegría o tristeza, aliento o miedo, atracción o repulsión. Lo vemos, lo escuchamos, lo sentimos no solo por lo que dice, sino por la situación en que se encuentra nuestra vida. Y es necesario ser honestos y no simular que estamos en otro sitio para que el evangelio nos resulte asimilable. Este significado plural de la palabra de Jesús se percibe claramente en el evangelio de hoy. Si pertenecemos a esa parte de la población que vive holgadamente y tiene lo suficiente no solo para vivir, sino para salir de fiesta, darse caprichos, cambiar de ropa cuando la anterior está aún nueva, dejar estropear comida en la nevera por no comer sobras… y tenemos buena conciencia porque una mínima parte, que apenas nos supone nada la ofrecemos a l...