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Mostrando entradas de octubre, 2024

Jesús, la humanidad de Dios (conferencia)

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Organizada por Fe y Desarrollo (Valladolid) VIDEO DE LA CONFERENCIA Jesús, la 'humanidad' de Dios

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO (Jer 31, 7-9; Sal 125, 1-6; Heb 5, 1-6; Mc 10, 46-52)

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El evangelio de este domingo queda orientado por la acción de Bartimeo que, después de recobrar la vista, “le seguía por el camino ”. Curiosamente el texto comienza con una muchedumbre que envuelve a Jesús mientras sale de Jericó camino de Jerusalén. Sin embargo, no está claro que esa muchedumbre sigua a Jesús, más bien parecen reducirle a ellos mismos, como se percibe cuando no quieren escuchar lo que sucede a su alrededor (los gritos de Bartimeo) cuando el Dios que llega con Jesús es el que siempre “ha escuchado los gritos de su pueblo” (Ex 3,3-7).   Están con Jesús y no le ven, como afirmaba el salmo de los ídolos y de los que los hacen y adoran: “Tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, […] son lo mismo los que los hacen, cuantos confían en ellos” (135,16-17). El evangelio nos advierte así de la idolatría siempre posible en los que estamos alrededor de Jesús, y de que no basta estar a su lado, porque él nos llama a seguirle con la mirada hasta que la suya se haga nuestr...

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (Is 53, 10-11; Sal 32, 4-5.18-19.20.22; Heb 4, 14-16; Mc 10, 35-45)

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Uno de los problemas mayores de nuestra oración o de nuestra vida de fe, por la que, en demasiadas ocasiones se interrumpe nuestra relación con Dios, es que la sometemos a lo que creemos que debiera ser una relación adecuada. Lo hacemos utilizando oraciones profundas y bonitas que suenan bien y dicen lo que tienen que decir, o celebrando ritos que, siendo verdaderos, son demasiado verdaderos, es decir, funcionan como si ya estuviéramos en el reino de los cielos. La verdadera oración, es decir, esa apertura a la presencia de Dios que posibilita que Él mismo se haga presente a nosotros, requiere que le abramos nuestra vida verdadera, es decir, la vida propia, sea como sea, con sus deseos convenientes e inconvenientes, con sus buenos sentimientos y con sus rabias profundas, con sus posibilidades y sus lastres, con su gracia y su pecado. Solo entonces Dios puede hablarnos de verdad, porque si no lo hacemos, aunque Él quiera, nos estamos de verdad delante de él. Y esto es una de las cosas i...

Entrevista en CRUZANDO FRONTERAS (de Fernando Cordero), sobre mi libro "Cosas que leo al leer".

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DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Sab 7, 7-11; Sal 89, 12-17; Heb 4, 12-13; Mc 10, 17-30)

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Parece no tener medida el Señor, ni él ni sus palabras. Todo él parece envuelto por la lógica del exceso y, sin embargo, es esta lógica la única que le hace absolutamente realista con la realidad del mundo.    Si se encuentra con alguien retenido por un pecado que le tiene dominado o una enfermedad que le oprime, él salta las fronteras impuestas por la desesperación y la mirada de los otros para abrir un camino de vida nueva donde todas las fronteras se estrechan para dejarlo fuera. Y lo hace sin apenas pedir nada al que tiene delante, solo que crea que forma parte de la vida que Dios quiere para todos. Así, excediendo los límites sociales, muestra que lo que realmente pasa es que la vida de los hombres se ha hecho demasiado estrecha y esta no es su verdad. Pero si encuentra a alguien que quiere ser ‘como Dios manda’, a este le aprieta hasta el límite de hacer saltar por los aires su confianza ingenua de poder estar a la altura de Dios. Lo hizo con Pedro y lo hace con el jov...

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO (Gen 2, 18-24; Sal 127, 1-6; Heb 2, 9-11; Mc 10, 2-16)

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Para hacer nuestro el evangelio de hoy quizá debiéramos sustituir la referencia a Moisés por la referencia a las leyes de nuestra sociedad. Si lo hacemos podemos ver que la discusión con Jesús trata sobre cómo nosotros (como antaño los judíos) tratamos de hacer pasar por buenos comportamientos que se han colado en nuestra vida diaria y no sabemos ya vivir sin ellos. Algunos especialmente graves.   Como la sociedad los ha admitido como buenos o como un mal menor, querríamos que Dios les diera una especie de marchamo de calidad. Pero esto es hacer trampas. El mal es mal, y si ya no sentimos mala conciencia o escándalo ante él cuando campa a sus anchas por nuestra vida y por la de nuestra sociedad lo peor que podemos hacer es buscar justificación en Dios y criticar a quien lo recuerda. Nosotros, aquellos a los que el Señor ha elegido para ofrecer su evangelio, no podemos conformarnos con decir que el Señor es tan bueno que ya ni siquiera ve el mal. Se nos pide vivir según el designi...