SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD (CICLO C) (Is 60, 1-6; Sal 71,1-13; Ef 3,2-3a.5-6; Mt 2,1-12)
El prólogo de Juan se repite como evangelio en varias celebraciones de la Navidad. Su cadencia litúrgica, conocida y extraña al mismo tiempo, apenas nos deja fijarnos en su riqueza, y así habitualmente se convierte en palabra que lleva el viento. Probemos pues a decirlo de otra manera, y luego volvamos al original. Muchos han hablado de ella a tientas, porque la intuían, la deseaban, la buscaban, e invitaban a otros a unirse a ellos. Muchos juanes bautistas con diferentes túnicas, palabras y gestos, aunque todos apuntaban a eso desconocido que se expresa en nosotros, como de pasada, haciéndonos desear más y más desde esta torpe y limitada vida que nosotros somos. Y esta vida se dijo en Jesús como verdad de vida en medio de la confusión y las mentiras que nos decimos para engañarnos mientras intentamos huir de nuestra pobreza de muerte. Y esta vida se hizo carne compañera para decirnos que estábamos llamados a la vida con mayúsculas, a pesar de no poder sobrepasar por noso...