Las manos del Señor (Ventzislav Piriankov)

No te escapas de la forma terrosa de nuestro mundo, no quieres dejarla atrás. Y aunque la has vestido para siempre de la luz de tu gloria eterna no huyes de su materia y de su forma. Sobrepuesto a la cruz que queda atrás solo como sello de tu amistad hasta la muerte y aún más allá de ella, no apartas de nosotros tu rostro soberano. Y entre tus manos, eternizada, la bendición del evangelio: Dios como libro abierto que deja ver la luz de su mirada que todo lo abraza y santifica. ¿Qué eres sino la mano de Dios que nos bendice?

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