Los pies del Señor (autor desconocido)

El Espíritu te trajo a nuestra tierra reseca, agostada, y al caminar por ella dejaste que tus pies se mezclaran con nuestro barro mortal, para así acompañarnos en el desierto de nuestra vida. Encarnación bendita, lluvia que bendice la tierra sedienta, encarnación que al pisar en el barro reseco de nuestras tentaciones ofreces posibilidades nuevas, manantiales de vida renovada. Con cada uno de tus pasos abriste un pequeño manantial donde beber de tu presencia y alentar nuestra fecundidad escondida, engañada, desesperada. Nuestros pies perdidos, siguiendo ahora tus huellas, nos conducen a encontrarnos con nosotros mismos regalándonos el futuro espectáculo de ver nuestro ser convertido en un vergel lleno de alegría.

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