Reflexiones sobre el evangelio del domingo XXX (Ex 22, 20-26; Mt 22, 34-40)
Tanto la lectura del éxodo como el
evangelio de hoy nos invitan a escuchar el núcleo de la ley de Dios: el amor al
prójimo. Esta es, a la vez, la ley de Dios y la ley de la vida, ya que sin ella
el mundo se convierte en una estepa de soledad, dolor y desesperanza. Como
algunos están subrayando hoy en día, la palabra amor debe traducirse, para que
no se pierda en los entresijos tramposos de nuestro sentimentalismo, por
cuidado de los otros, en especial cuando están en situaciones de pobreza,
fracaso, debilidad o desesperación.
Este cuidado nos hace imágenes del
mismo ser de Dios y tiene como actitud central, como subraya el texto del libro
del éxodo, la atención. Esta palabra indica a la vez escucha y cuidado, y esto
es importante porque demasiadas veces el amor se interrumpe antes de nacer,
pues si vivimos una vida centrada en nosotros mismos y en nuestro bienestar
dejamos fuera de nuestro espacio acústico y visual, de resonancia en nuestro
corazón, a los que necesitan los cuidados. Cuando es así nos conformamos con
que se caigan algunas limosnas de la mesa de nuestro bienestar y a esto lo
llamamos caridad, degradando este nombre santo que describe el ser de Dios. “Si
gritan, yo los escucharé”, dice el Señor. Y sabemos que Dios escucha incluso
los gritos silenciados, como el de Abel o el del ciego al borde del camino; y
también los gritos silenciosos, como el de la hemorroísa o el del jornalero que
permanecía sin contrato a última hora.
Esto hace que el amor, por más que
tenga buena prensa en su pronunciación, apenas es invitado realmente a formar
parte de nuestras vidas si no es en sucedáneos (que quizá deban ser
bienvenidos, aunque solo como primeros pasos). Y por eso el amor necesita de la
fe, de la confianza en que vivir cuidándonos unos a otros da más vida, aunque
parezca quitarla en muchos momentos; y de la fe en que Dios, que es amor,
conserva en sí todos los gestos de cuidado, porque nacen de su Espíritu en
nosotros y con ellos nos va preparando asiento en su propio ser.
Mientras, el amor, el cuidado, la
projimidad van haciendo que nuestro mundo vaya reflejando la vida que llevamos
inscrita en nuestro más profundo ser y que nunca terminamos de encontrar en
nuestra historia.
Gracias, bien viéndolo todo es bonito, pero vivirlo es un poco complicado hoy solo miramos a lo nuestro y solo cuidamos lo propio y ya con eso pensamos que cumplimos la ley, y dentro me invade un gran vacío, bueno creo qué me estoy haciendo un lío, gracias. Un buen domingo.
ResponderEliminarEste último párrafo es un poco enrevesado o al menos para mí difícil de entender.gracias
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