REFLEXIÓN PARA DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO (Sam 3,3b-10. 19; Sal 39, 2-10; 1Cor 6,13c-15a.17-20; Jn 1,35-42)


 ¿Cómo encontrar nuestra verdad? ¿A quién escuchar?, ¿de quién fiarse? Estas preguntas son fundamentales, porque, más allá de lo que muchas veces queremos aparentar, habitualmente no estamos seguros de nosotros mismos, no sabemos qué opinar, qué hacer, como manejar nuestra vida, sea en lo más íntimo o en el cotidiano afán de nuestras relaciones y trabajos. Necesitamos ser nosotros mismos y a la vez ir de la mano de otros. Muchos ya nos han acompañado dejándonos un poso que agradecer, otros nos han decepcionado porque han querido someternos a su propia realización, a veces escondiéndose detrás de palabras y formas engañosas.

En este sentido, las figuras de Elí y de Juan Bautista que nos presenta la liturgia al comenzar el tiempo ordinario son especialmente importantes. Ellos saben acoger, enseñar y soltar con indicaciones abiertas, dejando que sus discípulos sean ellos mismos ante el único que tiene palabra de vida plena. En la vida de fe, cuando los que nos acompañan son así, hemos de dar gracias a Dios; cuando no lo son, mejor alejarse discretamente de ellos. Cuando somos nosotros los que acompañamos debemos aprender a aceptar nuestro lugar con humildad acogiendo al otro, acompañándole y dejándole ir (hacia sí mismo) más allá de lo que somos, hacemos y pensamos nosotros mismos.

Y todo para que Jesús tome la palabra y cada uno pueda aceptar el reto de dar expresión propia a la vida de Cristo. En él no encontraremos normas fijadas de antemano para ahorrarnos ser nosotros mismos, sino la invitación a recorrer un camino juntos (“Juntos andemos”, decía santa Teresa). Quizá hoy se nos invite a reactivar el impulso de nuestra atracción por él, renovar nuestra confianza en su palabra y ahondar en nuestra honestidad para escuchar su vida entera y pronunciar en su presencia la nuestra sin esconder nada.

Seguro que así caminaremos, como pedía san Pablo, “glorificando a Dios con nuestras vidas”.

Comentarios

  1. Gracias, es verdad, pero aquello que nunca nos han acompañado y ni conocemos eso de ser acompañado, creo que es un gran regalo poder encontrar a alguien que por lo menos nos indique por donde debemos ir, gracias, por su reflexión , de verdad me pone a pensar, gracias.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA CELDA. Jornada pro orantibus - 2023

Los ángeles de la noche (cuento de Navidad)