EL DESIERTO EN CASA - V. Un desierto siempre más amplio
Este dato parece advertirnos que, en determinadas ocasiones, vamos a
encontrar en nosotros desiertos que no necesitan de fuerza de voluntad, sino de
humildad para reconocernos frágiles vasijas de barro, como decía Pablo. A veces
se tratará de una enfermedad crónica, otras de una situación irresoluble que
nos acompaña, otras de algún pecado que nos vence de continuo… En esas
situaciones lo que primero aparece en nuestro corazón es la queja e incluso el
resentimiento.
Sin embargo, el camino en estas situaciones desérticas es confiar en que
mientras caminamos por ellas podemos acompañarnos mutuamente y ofrecernos
fragmentos de vida buena, bella, amable… y disfrutarla. Y también confiar humildemente
en que quien nos puso en camino hacia la vida plena finalmente abrirá las puertas
de la tierra prometida que dejó grabada en nuestro corazón.
Un ejercicio sencillo para hacer en estos días es coger un rosario y
repetir, unidos a toda la humanidad, dando vueltas a las cuentas: Señor, mira nuestra fragilidad y nuestro
pecado y ten misericordia de nosotros.
Ilustración de Estelí Meza.
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