¿Cuándo se disipó Dios?


Tengo la sensación de que alguien dejó la gaseosa abierta. Estaba casi entera y hemos ido a preparar un tinto de verano porque la tarde llamaba a celebrar la vida, pero nos hemos dado cuenta de que estaba disipada y no teníamos nada que hacer con ella.

Quizá algo de esto es lo que nos está sucediendo en estos momentos con Dios. Tengo la sensación de que está ahí, aunque disipado para casi todos; de que lo hemos dejado disipar y ya no dice nada. ¡Qué va a decir, nos preguntamos, la vida es lo que es! Y, sin embargo, lo echamos de menos de cuando en cuando, aun sin saberlo, porque la vida siempre quiere elevarse en sus alegrías y en sus llantos, en sus esperanzas y en sus dolores. Pero Dios no termina de funcionar, y la mezcla nos resulta artificial.

Quizá, los que aún seguimos cerca de él, lo tengamos demasiado embotellado en fórmulas que se dan por supuesto, en oraciones sin relación, en ritos sin implicación o demasiado preocupados por el cumplimiento o por la estética; quizá lo hayamos convertido en una simple divinidad. Y así no funciona ni para nosotros ni para los demás.

Los que aún seguimos cerca de Él debemos preguntarnos si atraviesa nuestras heridas y nuestros placeres, si llora y ríe con nosotros, y si, por eso, nos sentamos a su lado en silencio, e incluso sin querer, a charlar. Si le gritamos desesperados por su abandono o le miramos con un gesto de complicidad cuando la vida nos agracia con un pequeño detalle. Porque Dios vino para eso, para llorar y para conversar con nosotros, para caminar y cansarse a nuestro lado, para asombrarse con nuestros paisajes y celebrar nuestras alegrías, para tocar nuestras heridas, para sanarlas y sufrirlas, para intercambiar miradas, para gritar y abrazar, para morir con y por nosotros… eso sí, si le dejamos.

Y de esto se trata, de vivir dejándole espacio para que Él ensanche nuestros espacios, de darle la palabra para, en la conversación, recibir su vida. Si lo hacemos nos daremos cuenta de que no era Él, sino nosotros los que estábamos disipados.  

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CELDA. Jornada pro orantibus - 2023

Los ángeles de la noche (cuento de Navidad)