DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B (Sab 7, 7-11; Sal 89, 12-17; Heb 4, 12-13; Mc 10, 17-30)
En el evangelio de hoy se puede ver hasta qué punto llega la
ingenuidad de los discípulos de Jesús y, por tanto, nuestra misma ingenuidad.
Más aún, el evangelio nos revela los autoengaños de la vida cristiana con los
que domesticamos a Jesús.
Apunta bien Pedro, lo mismo que lo había hecho el joven rico. Este
sabía que la vida verdadera solo estaba en Jesús, por eso le llamaba bueno, sin
embargo, no encontró fuerzas para acompañarle del todo. Pedro se da cuenta de
que nadie tiene en sí mismo estas fuerzas (“Entonces, ¿Quién podrá salvarse?”,
dice), sin embargo, después parece decir que sí que las tenía cuando afirma: “Nosotros
lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.
Al final del evangelio nos damos cuenta de que esto no era verdad, de que
Pedro y los discípulos estaban habitados por la misma fragilidad que el joven
rico, y que esta se despierta antes o después, en diferentes formas, para
dominarnos y separarnos del Señor. Sin embargo, al contrario de lo que podríamos
pensar desde nuestro juicio, el evangelio nos dice que Jesús miró al joven con
afecto, lo mismo que mirará a los discípulos cuando, después de la pasión, los
recoja de su abandono.
Es necesario convencerse de que seguimos al Señor como hombres y mujeres que no pueden salvarse por sí mismos, que no saben ponerlo todo del lado de la verdad, de la justicia y de la vida para la que Dios los ha creado. El joven no supo aceptar con humildad sus propios apegos y seguir al lado de Jesús para que, poco a poco, sanara su corazón. Los discípulos, por su parte, aunque creían saberlo tuvieron que aprenderlo de manera traumática.
Cuando comprendemos esto vamos entrando en el verdadero camino que
Jesús tomó, vamos aprendiendo a mirar con el afecto que tenían sus ojos y
conseguimos rezar juntos y con verdad el padrenuestro: «Padre nuestro,
santificado sea tu nombre… no nos dejes caer en la tentación y líbranos del
mal».
Pintura de Julia Stankova, El hundimiento del apóstol.
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