FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA (Gen 3,9-15.20; Sal 97,1-4; Ef 1,3-6.11-12; Lc 1, 26-38)

LUCÍA. UNA HISTORIA DE ADVIENTO (3)

Un día encontró Lucía la casa de la fraternidad, lo hizo después de muchos encuentros con los que vivían en ella aun sin saberlo. Un lugar donde podía descansar acompañada, que la recogía como un regazo materno siempre preñado de vida por repartir; un lugar donde las puertas estaban abiertas y donde no había nada que robar porque todo estaba dado.  

Nada diferenciaba ese lugar de otros, al menos por fuera. Incluso podía parecer un espacio menor porque no sobresalía en su entorno, más aún, si te descuidabas podías pasar de largo sin verlo. Como una ermita tragada por los rascacielos del lugar. 

Cuando Lucía entró aquel día, una luz le atravesó el interior y le hizo sentir su pertenencia a los amados del Señor, de ese Señor que apenas se dejaba ver y que, aun así, ensanchaba la vida envolviéndolo todo con su gracia.

Allí se reunían todos y allí todos parecían ventanas abiertas a la luz, inmaculados no por su historia, sino por un poder que los reengendraba eternamente en su amor.

Muchas veces, los que pasaban por allí, discutían como llamar ese lugar. Unos decían Humanidad, otros Iglesia, otros María… Lo cierto es que allí dentro, cuando se perdía el miedo, y resultaba fácil hacerlo empujado por la confianza común que se respiraba, se podría tocar el más profundo centro del yo y se podía reconocer el más profundo centro de la comunión. Y al hacerlo solo quedaba decir: “Hágase”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CELDA. Jornada pro orantibus - 2023

Los ángeles de la noche (cuento de Navidad)