IV DOMINGO DE ADVIENTO. Ciclo C. (Miqueas 5, 1-4a; Sal 79, 2ac.3b.15-16.18-19; Heb 10, 5-10; Lc 1, 39-45)

LUCÍA. UNA HISTORIA DE ADVIENTO (5)

“Cuanto más vieja, más pelleja”. Pocas veces le había impresionado más esta expresión que cuando al salir de casa Lucía se la oyó gritar a uno de entre un grupo de hombres al ver pasar a Mabel, una prostituta sucia y entrada en años que ahora vivía en una casa abandonada llena de mugre y de indiferencia. La frase había terminado entre las risas de los oyentes, mientras aquella mujer seguía su camino, absorta en un mundo desconocido que ahora la habitaba y nadie conocía.

Su vida se había gastado en nada, perdida entre el deseo y el desprecio de los hombres. Lucía no pudo evitar recordar el canto ‘I dreamed a Dream’ de Fantine en el musical Los miserables. Ella creía que le había conmovido, pero no era así, seguía sin acercarse a Fantine, a Mabel, que seguía sin ver cómo nadie se acercaba a ella. 

Entonces, como en un acto reflejo, volvió a casa, sacó un bote con caldo que tenía en la nevera, y después de calentarlo lo pasó a un termo y con dos tazones se fue a ver a Mabel. La puerta estaba abierta porque, desvencijada, ya no podía cerrarse. Lucía dijo: “Mabel, ¿estás ahí?, ¿quieres que nos tomemos un caldo caliente que traigo? Al oírla Mabel miró a su alrededor y le dio vergüenza de que la viera en ese estado y le respondió: “No hace falta que te quedes, no soy nadie para que gastes tu tiempo conmigo. Pero escucha, dijo como si la vida naciera de nuevo en su interior: ‘Dichosa tú que has creído’”. Lucía, avergonzada también ella al oír esta frase dirigida a sí, agachó la cabeza para que no se notara que se había ruborizado. Aunque al instante al cruzarse las miradas las dos se sonrieron en silencio, sin decir nada, como si hubiera pasado un ángel.


Pintura de Hi Qi, Visitación de María.

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