FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR (CICLO C) Is 42,1-4. 6-7; Sal 28,1-10; Hch 10,34-38; Lc 3,15-16.21-22)

Demasiadas veces hemos pensado que el principio de la acción de Dios era el final de nuestros tiempos, por eso muchas veces hemos interpretado las desgracias que nos afligen y que agotan nuestra vida como castigos de Dios por nuestras culpas.

Sin embargo, la revelación cristiana afirma que el principio de la acción de Dios tiene que ver, por el contrario, con la escucha que hace de nuestro dolor, de ese dolor que produce todo aquello que nos destruye, provenga de nuestras propias acciones que se vuelven contra nosotros o del padecimiento del peso de la vida o la injusticia del mundo. Así una y otra vez, con distintas imágenes, la Escritura muestra cómo Dios visita a los hombres para abrir un camino en medio de situaciones donde el ser humano ya no hace pie y se hunde. 

Al celebrar la fiesta del Bautismo del Señor podemos ver cómo toda su vida se sintetiza en esta pequeña escena. Podemos contemplar a aquél que ha entrado en las “aguas torrenciales de nuestra vida”, que las ha sufrido hasta dejarse anegar por ellas en la cruz, y que se levanta allí mismo como voz de Dios que invita a todos a recogerse en él para dar a la vida un nuevo aliento.

De esta manera Cristo es presentado como la vida en la que Dios se complace, como el arca donde busca reunir desde siempre a toda la humanidad. En torno a esta vida que se nos da podemos aprender que donde nosotros solo vemos el fin de las cosas, Dios ve el principio de un camino eterno que su amor no dejará frustrar. Y es aquí donde podemos reconocer al Espíritu que llega con una rama de olivo para anunciar a todos la paz.

Quizá fuera una buena idea para este domingo meditar el salmo 124 mientras celebramos que el Señor se levanta sobre las aguas.


Pintura copta contemporánea

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CELDA. Jornada pro orantibus - 2023

Los ángeles de la noche (cuento de Navidad)