DOMINGO II DEL TIEMPO DE CUARESMA. CICLO C (Gen 15, 5-12.17-18; Sal 26, 1-14; Filp 3,17-4,1; Lc 9, 28b-36)

La vida cristiana tiene ritmo y progresión porque, como apunta la cuaresma, se trata de dejar que Dios nos recree y plenifique desde el polvo de la tierra (miércoles de ceniza) hasta la vida plena de la resurrección (misterio pascual). Por eso, también puede volverse caótica y marchitarse. Hoy, el evangelio nos ofrece algunos elementos de este ritmo.

El primero y fundamental es la compañía atenta a Jesús y su palabra, la atención cercana a su ser y sus gestos.  “Unos ocho días después”, así empieza el evangelio, como adelantando el ritmo dominical de reunión de los creyentes en torno a Jesús. Es ahí donde la vida se vivifica y crecemos “en sabiduría ante Dios y ante los hombres”. Dejar este ritmo es comenzar a dejarnos conformar por el caos de la vida y comenzar a ser educados por otros señores. (Digamos que esto significa que la reunión debe tener una calidad que se ajuste a la presencia de Cristo y su forma de ser, lo cual a veces no es tan claro que se dé).

Este encuentro, donde aparece Cristo resplandeciente, tiene su analogado principal en la eucaristía, pero se da también en grupos de lectura bíblica, en encuentros de revisión de vida, en espacios compartidos de oración y de servicio; y también en la oración personal. En estos espacios el Señor, que nos encuentra en con dudas sobre su evangelio y dubitativos para seguirlo como a los discípulos, nos va vistiendo de su sabiduría, su fuerza y su gloria, como hizo con Elías y Moisés.

Pero necesitamos resistir en atención y compromiso de seguimiento por más que nos venga el sueño del cansancio y la dejadez, pues solo así podremos comprender y reconocer la gloria de Jesús incluso en medio de las oscuridades con que el mundo oculta su presencia, como apunta el evangelio.

Quizá, muchas veces no atinemos a comprender bien, a discernir qué quiere decirnos el Señor o confundamos sus intenciones y no sepamos lo que decimos, como se dice de Pedro. Sin embargo, esto importa menos porque, si dejamos que nos siga “tomando consigo” para caminar hacia “el país de la vida”, él encontrará otra etapa para continuar nuestra educación y conversión.


Pintura de Peter Koenig, Transfigruación.

Comentarios

  1. Así sea Paco xq cuando parece que lo ves todo tan transparente y nítido, zas volvemos otra vez casi a la oscuridad más absoluta.

    Gracias una vez más

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA CELDA. Jornada pro orantibus - 2023

Los ángeles de la noche (cuento de Navidad)