SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - CICLO C (Gn 14,18-20; Sal 109,1-4; 1Cor 11,23-26; Lc 9,11b-17)
Una mujer alimenta con su propio cuerpo a un niño que ni siquiera
parece ser algo más que nada en su vientre. Un hombre se dirige al hospital a
dejar medio litro de sangre de sus venas para no sabe quién. Un joven recorta
un poco de su tiempo para jugar con los niños de una barriada en la que solo
les rodean problemas. Un desconocido se hace unas pruebas por si pudiera
dejarle parte de su médula a quien pudiera necesitarla. Una jubilada acoge en
su casa a un niño cuando llega del colegio y le da de merendar de su nevera, mientras
su madre soltera y sola vuelve del trabajo. Un chaval de bachillerato se sienta
con otro que no sabe cómo aprobar para compartir su inteligencia matemática y poder
pasar la EBAU los dos juntos. Un hombre cubre el turno de su compañero que no
levanta cabeza desde que la vida se le puso del revés. Una familia no muy
desahogada, después de hacer cuentas, mete en un sobre parte del dinero del mes
y lo ofrece a quien no le alcanza para llegar a ese mismo fin de mes.
Quizá ninguno se ha dado cuenta, pero en su interior han escuchado la
petición que Jesús hace a sus discípulos en el evangelio de hoy: “Dadles
vosotros de comer”, y la han respondido diligentemente. Se extiende así, poco a
poco, el cuerpo de Cristo en el que fuimos creados y que nos busca para
hacernos suyos en una comunión de vida global.
Los cristianos hemos recibido la fe para comprender que en el origen de todo don de vida está el mismo don de Dios manifestado en Cristo Jesús, y esto es lo que celebramos en la eucaristía. En ella vamos comprendiendo que nunca se ciega la fuente de la vida que Dios ha abierto para nosotros, incluso si en el mundo percibimos zonas enteras desertizadas de amor y generosidad. Y allí mismo, en la eucaristía, somos sostenidos en el amor para seguir amando, y aunque seguramente lo haremos de forma algo torpe y perezosa, mejor no perder de vista este oasis mientras caminamos por la estepa.
Pintura de Dinah Roe Kendall, Lavatorio de los pies.
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