El cuidador cuidado
La historia comienza en una ciudad cualquiera, en una esquina cualquiera, una noche cualquiera. Una mujer mayor baja a tirar la basura, y oye algo en medio de ese montón de desechos de la sociedad que tiene delante.
“Había poca luz, solo se entreveían bolsas de plástico, cristales, latas y restos de comida en descomposición […] Apartó un cartón de leche vacío y se sobresaltó maravillada: era como si un fragmento de arco iris se hubiera dignado posarse en el suelo […] ¿La estaba mirando? A Anselma le pareció que sí”. Se lo llevó a su apartamento, comenzó a cuidarlo y le puso por nombre Luisito.
Así
empieza una historia de redención de una mujer que vive sus últimos días sin
esperanza, envuelta en soledad y decepción. Una historia donde un papagayo
parece ser la forma en la que el mismo Cristo la visita para comenzar con ella
un misterio de muerte y resurrección, y curar las heridas con las que la vida
le ha marcado. Me pregunto si estaría de acuerdo Susanna Tamaro, la autora de
la novela Luisito, con que yo
reconociera a Cristo en este papagayo o papagaya, que dejándose cuidar termina
por ser él mismo el cuidado que necesita el cuidador.
Texto de: Susanna Tamaro, Luisito, Seix Barral 2010, 13.
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