Más allá del fracaso
Cojo una pequeña novela para mi viaje a Madrid. Lleva tiempo esperándome en la estantería, pero a mitad de camino y de lectura me aburro. No me dice nada, no entiendo el hilo argumental y me pregunto para qué seguir leyendo. Recuerdo entonces el decálogo de los derechos del lector que escribió Daniel Pennac en su obra Como una novela. Entre otras cosas habla del derecho a saltarse páginas o a no terminar un libro. Y pienso que tiene razón.
No es que crea que la lectura, como la vida, no necesite paciencia y esfuerzo para comprender y descubrir lo escondido a primera vista. Además, valoro la fidelidad en los momentos de dudas u oscuridad, pero creo que la vida como la lectura es más grande que algunas de sus opciones y algunos de sus textos, y que siempre hay nuevas oportunidades cuando se cierran fracasadas las tapas de algún libro.
Me lo confirma esa presencia misteriosa
que acompaña la vida y que venga de donde venga le ofrece un futuro nuevo.
Referencia: Daniel Pennac, Como una novela, Anagrama 2006, 141-169: «IV. El cómo se leerá (o los derechos imprescriptibles de lector)».
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