DAR PALABRAS A LA VIDA

Todas las sociedades han contado con narradores que pusieran palabras a las alegrías y angustias que vivían. Sin sus palabras las angustias se hacían opresivas y las alegrías parecen difuminarse.

En este sentido dice Antonio Basanta en su libro Leer contra la nada: “Más allá de las caricias, de los abrazos, de los besos necesitamos que nos digan con palabras que nos quieren. Más allá del grito, necesitamos palabras para nuestro dolor y nuestra pérdida. Más allá del llanto ansiamos palabras que nos alivien. Palabras que nos afirmen y nos impulsen. Que nos eleven y nos permitan poblar ese mismo aire en el que ellas habitaron durante milenios y milenios, guardadas generación tras generación solo en el cauce de la memoria y, por ello, tantas veces mudadas, tantas veces olvidadas, tantas veces perdidas hasta que la humanidad logró fijarlas para siempre y así hacerlas imperecederas”.

Gracias pues a los narradores y gracias por las veces que sabemos escribir estas palabras unos y otros en las conversaciones de calle para alegrar, consolar y alentar nuestro corazón.


Texto tomado de Antonio Basanta, Leer contra la nada, Siruela 2017, 78.

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