DOMINGO IV DE PASCUA (Hch 3, 4, 8-12; Sal 117; 1Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18)

Todos necesitamos que nos enseñen, que nos guíen, que nos protejan, que nos complementen. Por más que a veces lo digamos, no podemos hacer las cosas solos, no podemos sostenernos solos, no podemos comprender la realidad solos. Por otra parte, esto no nos quita la capacidad de poder enseñar, guiar, proteger y complementar a los otros. Podemos ser para ellos, igual que ellos para nosotros pastores de la vida común, la única posible. En distintos momentos, en distintos aspectos, en distintas formas todos tenemos forma de pastores para alguno.

Ahora bien, esta forma que nos constituye puede fácilmente degradarse haciendo de nosotros déspotas aprovechados y no compañeros guías. De esta manera resulta que algunos terminan creyéndose imprescindibles o ensimismándose en sus cualidades y no dudan en utilizar la prepotencia y la mentira para hacerse dueños del mundo; mientras que otros caen bajo el signo de la humillación y la insignificancia que les hace sentirse inútiles. Es en este contexto, tan extendido desde las familias hasta la política, desde las asociaciones hasta la iglesia, donde se sitúa la afirmación del salmo de hoy: “Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes”. Frente a esta situación, el evangelio invita a todos a recogerse en Jesús, que sabe guiar y enseñar y proteger y dar la vida sin humillar ni robar los dones y las riquezas de cada cual; que es, podríamos decir, pastor de pastores, pastor que nos hace pastores a unos de otros, y no como tantos que hacen de su necesario pastoreo un ejercicio que intenta convertir a sus iguales en ovejas tontas para aprovecharse de ellas.

Con su presencia compañera y guía, Jesús refleja el ser de Dios cuya grandeza no nos humilla, sino que nos dignifica al confiar en que podemos ser imagen suya unos para otros y poner su pastoreo en nuestras manos.


Pintura de ARCABAS, Emaús (Jesús compañero y guía de camino)

Comentarios

  1. "Todos necesitamos que nos enseñen, que nos guíen, que nos protejan, que nos complementen"... y a mi, después de leerte, solo me saldría preguntarte parafraseando a Luis Guitarra "¿Y a ti, quién te cuida?" Sin conocerlos, rezo por ellos.

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