DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO (Jos 24, 1-18; Sal 33, 2-23; Ef 5, 21-32; Jn 6, 60-69)

 El evangelio siempre es demasiado grande para nosotros. Parecería que Dios mismo no ha medido bien las fuerzas que tenemos cuando nos ha querido vestir con él. Lo experimentamos a cada paso, si es que nuestra relación de fe se establece con Cristo mismo y no con esa caricatura que tantas veces hacemos de él para que quepa en nuestra vida.  

Lo experimentamos cuando Cristo se pone delante y quiere vestirnos con su manera limpia de mirar a los que le rodean, con la gratitud de su corazón siempre referido al Padre, con su paciencia con el ritmo de la vida y de los hombres, con su misericordia frente a los que se acercan a él heridos por sus propias miserias, con la generosidad que empapa todo su cuerpo y su alma, con su esperanza incluso cuando ya no hay nada que esperar del mundo y parece que tampoco de Dios.

Por eso, tengo la sensación de que la fuerza que tira de nosotros hacia fuera de la Iglesia no es tanto la que proviene de su mediocridad y del pecado de sus dirigentes. Quizá lo que más nos separa es el miedo a revestirnos de este evangelio desmedido que es la vida misma de Cristo que, sin embargo, es la gran noticia de la salvación. Por eso, cuando llega la tentación de abandonar el barco hemos de preguntarnos, sin trampas, si el problema no es nuestra falta de fe y empeño para acoger el evangelio y vivirlo.

Jesús conoce esta tentación de nuestro corazón y nos pregunta: «¿También vosotros queréis marcharos?». Lo hace ofreciéndose a enseñarnos con paciencia y misericordia a caminar a su lado hasta que seamos suyos del todo. Y solo podemos vencer la tentación aceptando humildemente nuestra pobreza y entregándola a Cristo para que, poco a poco, la revista de su riqueza.  

 

Pintura de Kirk Richards, Rostro de Jesús.

Comentarios

  1. Es verdad nuestra falta de fe para
    Para que levantarse???seguir poniendo la otra mejilla y que te tumben al suelo y volverte a levantar para poner la otra mejilla, y que te tumben otra vez,como entender la riqueza de Dios mismo si ya ni somos capaces de levantarnos .

    Y decimos para que???
    Para que levantarse!!!!!

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