III Domingo de Adviento. Ciclo A. (Is 35,1-6a.10; Sal 145,6-10; Sant 5,7-10; Mt 11,2-11)
Quizá el evangelio de este tercer domingo de Adviento no se pronuncie para enseñarnos una verdad de fe, ni para animarnos a vivir conforme a los valores del evangelio. Quizá se pronuncie simplemente para enviarnos a buscar, como los discípulos de Juan, la verdad y la vida de Cristo que ya está naciendo en los suyos (¿quiénes son?, ¿sabremos reconocerlos?). Quizá se pronuncie para que nos esforcemos en percibir los signos que brotan a nuestro alrededor donde se anuncia el advenimiento del Cristo vivo, un Cristo que no ha dejado de trabajar para que el mundo siga moviéndose hacia su hogar verdadero, mientras nosotros seguimos dudando de su presencia bajo las sombras y el peso de un mundo inmisericorde y sin espacio para el Dios de Jesús. Porque esto parecía pasarle a Juan bautista, que dudaba bajo el peso de las cadenas de la injusticia. ¿Cómo no ver en este sentimiento de duda de Juan el nuestro?, ¿cómo no sentir que nosotros también dudamos del poder de Dios este mundo tan dominado por la búsqueda de poder, de dinero y de bienestar que parece haber perdido el norte?
Quizá los signos sean demasiado pequeños, sí. Pero, ¿acaso no vamos a ver a Jesús en un tamaño y en una posición casi insignificante cuando paradójicamente trae la vida verdadera, eterna, plena al mundo? Por eso, no hemos de buscar grandes cosas, sino cosas verdaderas, de esas que dan vida, que dan consuelo, que abren el corazón a la profundidad eterna desde donde llegará Cristo. Hemos de buscar las semillas de mostaza que anuncian que Cristo ya está viniendo desde dentro, y así alentar a nuestro corazón en este camino hacia el mundo definitivo, hacia la tierra de la justicia, hacia la paz que reúne a todos.
Hoy quizá no haya mucho que pensar. Hay
que aguzar la mirada atravesando la niebla de escepticismo e incluso de cinismo
que nos tiene dominados. Hay que mirar sin dejarse atrapar por todos los signos
de vida falsos o de muerte. Quizá el evangelio de hoy nos pone deberes para la
semana.
Imagen: En este cuadro de Freidrich Kunath, parece representado un hombre
encerrado en casa, preso bajo el peso de una oscuridad que emborrona la luz y
el color que existen, pero que parecen haberle abandonado. Quizá hoy nuestro
corazón está así, incluso sin quererlo hemos cedido a las fuerzas de la
oscuridad que nos han encerrado en el escepticismo y apenas sabemos manejar las
semillas de luz con las que Cristo no solo quiere nacer en nosotros, sino que
ya está naciendo para envolverlo todo con la luz salvífica de su poder regenerador.
Y, por eso, una pregunta importante de la Navidad que está llegando es aquella
que hizo Jesús a quien le pedía que expulsara la oscuridad de los demonios de
su hijo: “¿Tú crees?”. Y habrá que atreverse a decir: “Creo, pero líbrame de
todo lo que me roba la esperanza en ti”.

Que nada te turbe, que nada te espante, al que Dios tiene , Nada le falta. Santa Teresa de Jesús. PAZ Y BIEN. UN SALU2 FRATERNO.
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