TOMAR EL SOL TAMBIÉN EN INVIERNO
No es extraño que tengamos la sangre fría, enfriada por las decepciones, los fracasos, las culpas, los distanciamientos. Necesitamos el calor de la confianza, pero ¿dónde encontrarlo, cuando hemos aprendido a sospechar y a acusar a todo y a todos, a escondernos asomando solo lo justo para saludarnos?
La liturgia de año nuevo nos ofrece
una bendición que nos invita a salir y tomar el sol, a exponernos a la mirada
de Dios, a esa mirada que siempre está de nuestra parte, a esa mirada que
siempre ofrece futuro, a esa mirada que nos envuelve eternamente haciéndonos
saber que nunca estaremos solos, a esa mirada que quiere hacerse carne en los
días y las horas de nuestra vida.
Y, por más miedo que tengamos a hacer silencio ante esta mirada, porque el pasillo que nos lleva hasta ella está poblado de todos nuestros miedos, un rostro de luz se alza buscándonos y nos pregunta, también en invierno: ¿Quieres tomar el sol de la vida?
Acuarela de Fermín López, Nieve.
Gracias por este breve espacio de luz, entre tanto bullicio, querido Paco. Un fuerte Abrazo.
ResponderEliminarPrecioso Paco gracias
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