LOBOS DISFRAZADOS
“¿Está escrito en alguno de los libros que un lobo pueda mezclarse también entre las ovejas como para no ser reconocido ni por un cazador? […]
Un lobo disfrazado -respondí- por principio exagera su disfraz. Y esta es la señal para nosotros: aquel que abrazó a nuestro Salvador, aquel que lo besó en la mejilla […] fue quien lo vendió por treinta monedas […] El diablo es astuto, mi señor, astuto y escurridizo, y nosotros los creyentes, somos ingenuos. Sin la gracia del cielo, todos y cada uno de nosotros seremos atrapados sin remedio en la red tendida a nuestros pasos”.
Este diálogo pertenece a la novela Hasta la muerte de Amos Oz, que describe
el viaje de unos cruzados que, respondiendo a una llamada de fe, avanzan hacia
su destino dejando un rastro de destrucción en el que ellos mismos se autodestruyen.
Podrían ponerse tantos ejemplos religiosos,
sociales y políticos que muestran hasta qué punto los lobos están escondidos en
nuestra misma piel de corderos, que no deja de ser asombroso que no terminemos
de aprender a ver la oscuridad que se esconde tras la luz con la que nos
presentamos. Seguramente será verdad que “sin la gracia todos estamos
atrapados”.
Texto de Amos Oz, Hasta la muerte, Siruela 2016, 110-111.
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